Desde este bonito y único rincón se quiere divulgar al mundo entero que Jerez además del patrimonio multi-cultural , turístico ó festivo conocido por casi todos, tiene un patrimonio arbóreo por desgracia desconocido para la mayoría de los ciudadanos de nuestra ciudad.
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martes, 31 de agosto de 2021

Sendero de la Torre del Tajo. Parque Natural de La Breña. Barbate

 

Este es uno de los parajes más bonitos de la provincia de Cádiz, no tiene dificultad para recorrerlo y se puede hacer en cualquier estación del año aunque en primavera resulta aún más vistoso. Es un lugar que todo amante de la naturaleza de nuestra zona debería conocer.

A continuación publicamos la crónica de Joaquín Caro de esta excursión que esperamos resulte interesante para nuestros visitantes.


 

Martes 11 de Mayo de 2021. Nos hemos reunido 4 compañeros para hacer la Ruta del Sendero Torre del Tajo, junto a los acantilados de Barbate. Pasadas las 9 de la mañana, salimos hacia Barbate y paramos a desayunar en la Venta Pinto, donde adquirimos sus famosos bocadillos de lomo en manteca para degustar en el almuerzo. Antes de la Ruta, nos desplazamos a un comercio junto al muelle, para comprar variedades de atún en conserva. Con tanto entretenimiento, comenzamos la ruta un poco tarde, sobre las 12 de la mañana, aunque parecía que iba a dar tiempo de sobra, dado que el recorrido era de unos 2 kilómetros. Tras la lectura del cartel indicador, comenzamos el recorrido por las arenas, parcialmente cubiertas de las acículas marrones de los pinos, y bajo un cielo azul de primavera, salpicado de nubes blancas, las sombras de las copas de los Pinus pinea, nos procuraban descansos intermitentes de los rayos solares.





Desde el comienzo del recorrido, asomaban entre la hierba distintas variedades de flores y plantas que proliferan en este hábitat arenoso, destacando la Centaurea sphaerocephala, de colores púrpura y rosa fucsia, con flores tubulares y extremos abiertos en radiales, asomando los espinosos frutos en algunos ejemplares, como erizos de mar con las púas de color amarillento. 

Centaurea sphaerocephala

Centaurea sphaerocephala


















De tonos púrpura, la Malcomia littorea, también llamado Alhelí de mar, con la unión de sus pétalos formando una aureola blanca y amarilla. Contrastando, los bonitos capítulos amarillos de la Andryala laxiflora, algunas inundadas de pulgones rojos.

Alhelí de mar (Malcolmia littorea)









Andryala laxiflora

Andryala laxiflora











Entre los jóvenes pinos piñoneros, alicatados con informales placas de color marrón rojizo, algún ejemplar de enebro marítimo (Juniperus oxycedrus subsp. macrocarpa), así como lentiscos, palmitos y sabinas, o esporádicos acebuches.













Enebro marítimo (Juniperus oxycedrus subsp. macrocarpa)










Las cabezas rosadas de las centaureas, se abren paso entre las coscojas, como si buscaran protección entre sus punzantes hojas verdes. Otra Asteraceae destaca sobre la mezcla de arena y hierba verde o seca, y hablamos de los capítulos amarillos de bordes dentados de la Tolpis barbata, cuya parte central forma un círculo rojizo oscuro, que parece tiznar los bordes inferiores de las lígulas. Los insectos se pasean a libre albedrío entre la variedad vegetal, buscando alimento e interrumpiendo el cromatismo de las distintas flores.

Centaureas entre las coscojas

Tolpis barbata

A. Laxiflora











Los incipientes frutos de la jara (Cistus salviifolius), asoman entre las peludas hojas, como pequeños bonetes rojos, que se van tornando más oscuros en su madurez.












A pesar de ser corto el recorrido, nuestras constantes entradas y salidas del camino, para fotografiar las distintas especies que crecen a ambos lados del sendero, iban retrasando la llegada a la Torre del Tajo. La temperatura era agradable, y el frescor primaveral permitía conservar puestas las cazadoras invernales.



Seguimos localizando plantas, algunas conocidas de otras rutas, como la cola de liebre (Lagurus ovatus), con delgados tallos y panículas ovaladas, cubiertas de sedosas espiguillas.

Cola de liebre (Lagurus ovatus)


Cercana la media hora desde el comienzo, fueron apareciendo las masas florales predominantes en este pinar, de color amarillo intenso, con nombre complicado de retener: Halimium halimifolium. Dentro de sus pétalos hemos encontrado dos variedades: unas con un lunar negro en la base de los mismos y las otras con los cinco pétalos completamente amarillos.

Halimium halimifolium


Halimium halimifolium










El sendero se estrechaba a veces, pues plantas y flores cubrían las arenas, como la Lavandula stoechas, muy conocida en diferentes parajes, o familias completas de Pterocephalus intermedius, que no recuerdo haberlas visto anteriormente, con pétalos azulados, más próximos al morado, y la parte central de la flor está cubierta de celdillas, rellenas como una cesta de pequeños huevos.

Lavanda (Lavandula stoechas)


Pterocephalus intermedius










Algunos ejemplares de pinos, alzaban sus copas por encima de la media, protagonizando en exclusiva el fondo de cielo y nubes, antes de abrir huecos a nuestra izquierda, donde podíamos ver el mar, apareciendo grupos de Retama monosperma, de cuyas ramas colgaban esféricos frutos de tonos pardo amarillentos. 



Retama monosperma

















Retama monosperma













Los acercamientos a la zona acantilada para tomar fotos, implicaba nuevas plantas, más próximas a la línea de mar. Recostadas entre ramas caídas o emergiendo como pequeños faros sobre el océano azul, las rosadas flores con blanco-amarillento paladar del Antirrhinum majus subs. cirrhigerum, colorean el paisaje, acompañando a otras que se repiten y se mezclan entre sí, conviviendo en pequeños espacios algunas, como la Centaurea sphaerocephala, la Psorolea bituminosa, las rugosas hojas de los cistus, o la espinosa Carlina corymbosa. 


Antirrhinum majus subs. cirrhigerum

Antirrhinum majus subs. cirrhigerum


H. halimifolium
Fruto de la C. sphaerocephala

Centaurea sphaerocephala y la Psorolea bituminosa (flores celestes)


En otro marco próximo, trazos de azul, rosado y amarillo, lo representan  la Anagallis monelli, y la Andryala laxiflora, protegidas por las espinas del fruto de la Centaurea.



Aún no estábamos ni a la mitad del recorrido, y seguíamos entretenidos en la captura de objetivos florales, pues el clima y el entorno lo permitían. Así que continuamos entre pinares, procurando que la mayoría de la vegetación no pasara desapercibida, por muy pequeña que fuese.













Otra planta de puntiagudas espinas, se dejaba ver con el fondo marino, la Calicotome villosa, con algunas flores amarillas entre sus ramas. Cercana a la arena, delicados tallos de Briza máxima, con sus espiguillas colgantes, como cochinillas verdes balanceándose a capricho del viento. Entre las punzantes hojas del Quercus coccifera, despuntaban algunas diminutas bellotas como pajarillos al salir del cascarón, contemplando el blanco sedoso de los pétalos de los Cistus salviifolius, cuajados de estambres amarillos, que crean un halo del mismo color en la base de unión, alrededor del estigma.

 Calicotome villosa

Briza máxima

Quercus coccifera

Jaras (Cistus salviifolius)


Conjuntos de Armeria macrophylla, con largos tallos terminados en flores rosadas, agrupadas en capítulos, las cuales están envueltas en una especie de cestilla blanca, que queda en la planta cuando la flor se cae. Todos estos grupos de plantas, se intercalan entre la mayoría de especies nombradas, consiguiendo en algunos espacios, un variado plano multicolor, que adorna el área entre los marrones troncos de los pinos piñoneros.

Armeria macrophylla


Armeria macrophylla

Armeria macrophylla

Armeria macrophylla

Armeria macrophylla











Nuevas curiosidades vegetales, aunque no exclusivas de este enclave, es la Paronychia argentea, de tallos marrones y hojas verdes elípticas y opuestas, con flores de tonos blancos, plateados y sensación de acristalados, combinados con verde y amarillo en su parte central. Esta cohabitación improvisada, origina encuadres sobre las arenas donde convergen los troncos del pino, con la Centaurea, la Andryala y la Paronychia, en mitad del sendero.

Paronychia argentea
















Centaurea

 Andryala





Nuestro lento deambular, nos iba a llevar en breve a un nuevo entretenimiento. Pero antes, mencionar otro par de plantas, para recordar sus nombres, de otras rutas. Hablamos de la Thapsia villosa, inflorescencia dispuesta en umbela, de forma esférica, con una principal, de la que parten otras más pequeñas en forma de radios. Sus flores son amarillas, con 5 pétalos y 5 estambres. Mencionamos también a la Ruta angustifolia, planta perenne con inflorescencias en panículas, de pétalos amarillos.

Thapsia villosa

Thapsia villosa

Ruta angustifolia











Tras avanzar un tramo del sendero, más estrecho y rodeado de espesa vegetación, donde seguían proliferando flores y plantas, como la Tolpis barbata o las Lavandulas, alcanzamos un espacio más abierto, en el que se divisaban numerosos puntos azulados que llamaban la atención. 

Lavanda (Lavandulas)

Lavanda (Lavandulas)

Tolpis barbata (amarilla) 











Al acercarnos, pudimos comprobar que se trataba del Iris xiphium (lirio español), muy esparcido en ambos lados del sendero. Esta planta de grandes flores azul violeta, son tripartitas, algo plateadas en el haz, y asoma una banda amarilla en forma de lengua. Resultaron ser la flor estrella del sendero, dado que, los pocos transeúntes con los que nos cruzamos, aprovecharon para sacar fotos junto a ellos, pues la belleza de sus pétalos lo merecía. 

















Solo encontramos uno de color blanco, apostado en el mismo sendero, el Iris xiphium hipocromático, de pétalos blancos con la misma lengua amarilla. Al menos hoy, respetaron su ubicación, pues a la vuelta del camino seguía en su sitio. 


























Tras pasar un buen rato entre lirios, avanzamos por el sendero, intentando captar con los objetivos las flores más vistosas que destacaban entre la hierba o la hojarasca. Entre Tolpis y Andryalas, resaltaba la curiosa forma de simetría en que se colocan los blancos pétalos de la Iberis crenata, actinomorfa en el centro y zigomorfa en los extremos, con estambres amarillos y la parte central de la flor de color púrpura. A media altura, umbelas de flores blancas de zanahorias silvestres (Daucus carota subs. carota)

Iberis crenata, más al fondo tolpis y andryalas (amarillas)


Daucus carota subs. carota






Nuestro transitar nos iba acercando a la Torre y el sendero era más ancho en los tramos finales. Comenzamos a ver muchas agrupaciones de subarbustos, con multitud de ramas cubiertas de flores amarillas, llamados Anthyllis cytisoides. Son plantas que toleran muy bien la sequía, pero no tanto las heladas. De ahí su cercanía a zonas costeras. 

Anthyllis cytisoides

Ruta angustifolia



Pasadas las 14 horas llegamos por fin al final del sendero, el Mirador de la Torre del Tajo, y allí nos esperaba otro magnífico espectáculo paisajístico: Los acantilados.















Nos fuimos moviendo a lo largo de la valla protectora, para poder contemplar en toda su extensión, los diferentes espacios que recorren de Norte a Sur las azules aguas del Océano Atlántico, como Barbate y su ensenada, la Atunara, el cabo de Gracia, la Sierra del Retín, Zahara de los Atunes, Sierra Plata y Punta Camarinal.





Punta Camarinal


Cabo Espartel (Africa)

Barbate 

Almadraba de Barbate 

Barbate 





























Estos acantilados están formados por estratos calcoareníticos, alternando con margas y arenosos, alcanzando el escarpe una altura aproximada de 100 metros. A esa distancia, el corte de los acantilados, el azul transparente del mar, y el blanco espumante en su contacto con las rocas, ofrecen un ostentoso espectáculo, que deja libertad a la imaginación, pudiendo considerar que tenemos delante un gran trozo de tarta, compuesta de multitud de capas, y adornada de variedades de frutas, como la variada vegetación adosada a estas paredes verticales. De vez en cuando algunas aves surcaban el espacio, provenientes de los numerosos salientes y oquedades que dan cobijo a distintas especies, que sirven de aterrizaje y despegue en este bonito rincón de la naturaleza.















Los alrededores del mirador, está casi monopolizado por la Anthyllis cytisoides, combinando su floración amarilla con el verde de los pinos, y algunos ejemplares de Juniperus oxycedrus.


Anthyllis cytisoides















Anthyllis cytisoides

Enebro (Juniperus oxycedrus)

Enebro (Juniperus oxycedrus)











Regresamos a la zona de aparcamiento, y nos dirigimos a un merendero cercano para dar cuenta de nuestro almuerzo, a la sombra de altivos Pinus pinea, con elevadas y ramificadas ramas, formando con el fondo de cielo azul, un completo entramado de venas capilares, que se cruzan con las copas de los pinos más cercanos.

Pino piñonero (Pinus pinea)


Entre estos pinares, algún destacado ejemplar de Olea europaea var. sylvestris, completaba este espacio de ocio y recreo.

Olivo (Olea europaea var. sylvestris)


Para aprovechar el resto de la tarde, nos dirigimos a los Caños de Meca, paseando por la playa y sacando algunas fotos del Faro de Trafalgar, que en ese horario destacaba sombreado sobre el montículo, sobre un mar algo alborotado y plateado por efecto del viento y de los rayos solares.

 

Tómbolo y Faro de Trafalgar