Estamos en el espacio que ocupaba la puerta de Sevilla, una de las 4 que tenía el Jerez
amurallado. Por esta puerta cruzó Alfonso X cuando reconquistó la ciudad. Fue
la última puerta en desaparecer. Se derrumbó en 1864. Llamada así porque era
por donde se salía con dirección a Sevilla.
Cada puerta
tenía asociada a una Virgen a la que encomendarse, cuando salían fuera de la
muralla. En este caso era la Virgen de la Estrella.
Por ella se
entraba en la Judería, que alcanzaba hasta la Puerta Real.
El espacio
público frente a la Puerta de Sevilla, se le llamó los Llanos de San Sebastián,
y en la Edad Media se celebraban juegos medievales de toros y de cañas, además
de en la Plaza del Mercado y la Pl. del Arenal.
Este llano
pasó en el s. XVIII a ser una de las zonas más nobles de la ciudad.
Unos metros más adelante, rebasados los maceteros piramidales de ficus nítida de la acera derecha, entramos de lleno en la Plaza Rafael Rivero, que está bordeada de jóvenes naranjos, y en la parte central 4 palmeras datileras, que fueron trasplantadas desde la Plaza del Caballo, rodean el busto del insigne patricio jerezano Rafael Rivero y de la Tixera, o de la Tijera, que nació en Jerez, el 12 de julio de 1800 y falleció el 11 de agosto de 1881. Este monumento que Jerez le erigiera en la plaza que lleva su nombre, fue por suscripción popular, para perpetuar su memoria; y en reconocimiento a lo mucho que hizo por esta ciudad de la que fuera alcalde. Fue persona y político de indudable capacidad y prestigio, y hay que destacar sus gestiones, al frente de la Alcaldía, para la construcción del primer ferrocarril y la traída de aguas del manantial de Tempul, entre otras actividades a las que le llevó su cargo.
El
monumento, primitivamente, estuvo adornado por un parterre, protegido por una
valla de forja.
A esta plaza
la circundan varias Casas Palacio, y comenzaremos de derecha a izquierda,
primeramente, por el Palacio Rivero o de Pérez-Luna. Fue construido en 1777,
fecha que refleja el característico reloj de sol que aparece en la parte
superior de la fachada, de estilo barroco dieciochesco, que perteneció a
la familia Pérez-Luna. En 2008, la Fundación Teresa Rivero, trasladó su sede a
este edificio, que fue rehabilitado, dedicado a actividades culturales, como
exposiciones de pintura. Actualmente lleva 10 años cerrado.
Continuamos
con el Palacio Domecq de la Riva, que tuvo su origen mediante concesión del
solar a finales del siglo XV a Esteban Villacreces, por su participación en
campañas de reconquista. Tras el saqueo francés del siglo XIX y años de
deterioro, fue adquirido por
la familia Domecq de la Riva, que lo restauró. La portada es historicista,
realizada en 1925, flanqueada por dos pares de columnas jónicas, con
adornos de las estatuas de Perseo y Hércules a ambos lados del balcón
principal. En el centro del frontón, está el escudo de la Casa Domecq de la
Riva.
Como curiosidad, la puerta de acceso tiene adornos de latón, sobre los que
aparecen motivos de las particiones del escudo de la Casa Domecq.
Tras la portada y su cancela de hierro forjado, se accede a un patio
sombreado y fresco, lleno de enredaderas y que como muchos palacios jerezanos,
sólo dispone columnas a su derecha.
En la acera opuesta, núm. 22, se ubicaba el Casino Jerezano, que perteneció
a Juan Pedro Domecq y Díez. Actualmente es el hotel Casa Palacio María Luisa,
en cuyo interior hay un magnífico ejemplar de jacaranda.
El edificio contiguo, núm. 24, es la Casa de la Condesa de Garvey, de la
segunda mitad del s.XIX, estilo ecléctico y tipología de caserón burgués.
Recientemente restaurada y convertida en hotel.
Abandonamos esta plaza y entramos en la calle San Marcos, con ambas aceras adornadas de alineaciones de naranjos con las copas recortadas, como si fuesen en espaldera, nos llevan en volandas hasta la iglesia del mismo nombre, que levantada sobre una mezquita, es una de las seis parroquias fundadas en el s. XIII por el rey Alfonso X el Sabio.
Esta iglesia apenas tiene perspectiva
para ser vista por el paseante en su conjunto. Es de estilo tardogótico en su
interior. Aunque en el S. XIV se inician las obras, no es hasta el S. XV, sobre
1480, cuando se acomete una profunda restauración. Presenta 3 fachadas. La
primera que nos encontramos es la de la Epístola. La portada que está en ella,
es de estilo mudéjar y fue levantada en el siglo XV. Al cruzarla, nos
encontramos un sorprendente vestíbulo, donde se encuentra la pintura de la
Virgen de la Estrella, que en su día estuvo en uno de los muros de la puerta de
Sevilla.
Seguimos adelante, giramos a la derecha y nos encontramos con la portada principal, que es de estilo manierista, de principios del S. XVII. En un frontón triangular, cortado por una hornacina, nos encontramos con el santo titular de la iglesia. Si echamos un vistazo al interior, en la primera capilla de la izquierda, podemos ver las figuras del paso de la Sagrada Cena, que en esta época de pandemia, da la sensación de que están ahí metidos por confinamiento.
Continuamos bordeando estos antiguos muros, y a continuación aparece la
puerta del Evangelio, de estilo barroco, del siglo XVIII. La espadaña es
también del XVIII, de triple vano.
Los visitantes del blog que deseen hacer una visita fotográfica a este templo, pueden hacerlo pinchando en el enlace siguiente:
Iglesia de San Marcos
A la izquierda de la parroquia de San Marcos, y antes de entrar en calle
Padre Rego, tenemos en un rincón el Convento de las Mínimas, que en otro tiempo
fueron llamadas Monjas Victorias. Un convento pequeño, pero que encierra mucha
historia, desde la fundación del convento de Ntra. Sra. de la Concepción, en
1524.
Avanzamos por Padre Rego, bajo los arcos de la zona acerada, por donde
continúan ejemplares de naranjos, a cuyo lado opuesto puede verse el muro
lateral de la antigua iglesia de la Compañía. Llegamos a la plaza del mismo
nombre, estando en el lugar de la iglesia, la hoy llamada Sala Compañía, salón
de actos municipal con el que se volvió a abrir este edificio, tras años de
abandono del templo.
Como características a destacar de la fachada de la iglesia, es el estilo barroco, aunque incompleto; las columnas toscanas y el arco de medio punto de acentuadas dovelas, destacan tras las copas verdes y naranjas de los Citrus x aurantium. En la parte superior está la figura del Corazón de Jesús y en el tímpano de la portada, una cerámica titulada "Santos de la Compañía".
Nos desplazamos un poco hacia calle Francos, y nos encontramos con el
antiguo Cine Astoria, que nació en Jerez de la mano de la empresa Cines
Riba, S.A. Ya habían adquirido Villamarta, Salón Jerez y cine Maravillas, que
por aquel entonces estaban en auge, surgiendo seguidamente los demás cines de
Jerez. Pasados los 70 empieza a decaer el esplendor cinematográfico. Se
crean multicines y la mala gestión de los propietarios acabaron con los cines
de nuestra ciudad. Años más tarde, después de un adecentamiento empieza a
funcionar como cine o centro de ocio cultural. En 2014 hicieron nuevas
mejoras para poder desarrollar además otras actividades.
Enfrente, en esta calle Francos, estaba el palacio del Marqués de los Álamos del Guadalete, esquina con plaza de la Compañía, que a principios del s. XIX estuvo ocupado por José Bonaparte. A su derribo, afortunadamente, algunas obras de arte se conservan en la Parroquia de San Marcos, principalmente el retablo dieciochesco, y varias de sus pinturas en el convento del Carmen. Este palacio, es parte ya de nuestra riqueza monumental desaparecida.
Volvemos nuestros pasos hacia plaza de la Compañía y nos dirigimos a través
de la calle Monjas Victoria, a la plaza Salvador Allende. Esta plaza pequeña en
el centro de este barrio, está rodeada de angostas calles del trazado típico
almohade, entre las que resaltamos Carne, Cadenas, Cocheras, Paralejo, Doctor
Mercado, rincones misteriosos como la calle Morla, y en medio del barrio, la curiosa
calle Florinda. Justamente en el interior de la muralla, y muy cerca de uno de
los postigos que se abrieron a lo largo de la misma, en el siglo XVI, está el
actual Callejón de los Negros, donde hay un retablo cerámico de la Virgen de la
Merced.
La arboleda de esta plaza tiene dos partes diferenciadas. La entrada a la misma la componían cinco palmeras datileras, de las que solo queda una, estando el resto taladas por los efectos del picudo. Hay también tres cipreses piramidales (Cupressus sempervirens) y varios fresnos (Fraxinus angustifolia) a lo largo del rectángulo que forma la plaza.
En la parte derecha, hay otro
rectángulo más pequeño, que está rodeado por una pérgola alineada por columnas,
donde se cuelgan las ramas de una Bougainvillea glabra,
ahora totalmente podada, que esperamos poder verla florecer en verano. El
interior está cubierto de naranjos, y en un lateral, tres Robinias
pseudoacacia, entre otros.
Abandonamos la plaza, y cruzamos bajo el pequeño puente que da acceso a la calle Porvera.
Podríamos decir que se trata de una de las calles más bonitas y elegantes de Jerez. Tiene su origen en el siglo XVl y, según algunas fuentes, recibe el nombre de porvera al estar construido su lado izquierdo (desde la alameda cristina) sobre la antigua muralla almohade, por la vera de la muralla.
A partir del desarrollo de Jerez a
extramuros tras la pacificación de la zona, una vez superada la época de la
reconquista de la Ciudad, se fueron construyendo casas sobre los lienzos de la
muralla quedando esta oculta casi en su totalidad.
Esta calle conoció otros nombres, como
Duque de la Victoria, Sagasta y Marqués de Casa Arizón.
La calle Porvera tiene su inicio en la esquina de la Alameda Cristina, y termina en la iglesia de la Victoria, sede de la Hermandad de “La Soledad”,
Del convento de los Mínimos construido en 1639, se conserva su magnífico claustro, hoy patio de la Escuela de Artes.
Esta calle, presenta una conjunción armónica de edificaciones, desde el siglo XIII (torreón de la muralla, esquina Chancillería), a viviendas de los siglos XVIII a XX. Por ejemplo Palacio de los García Riquelme, de finales del s. XVIII, barroco, que perteneció a varias familias. Otras casas burguesas construidas en 1959, de estilo tradicional con inspiración barroca. La que se une con calle Escuelas, tiene balcón de esquina de tres vanos, que apoya sobre columna entorchada.
Enfrente tenemos la Puerta Nueva, donde podemos deleitarnos con la portentosa estampa de uno de los torreones de la antigua muralla que actualmente hace sombra histórica sobre la terraza del bar “Rincón Granaíno”, para muchos aún el bar “La muralla”, y a cuyos pies está el hueco de la Espartería. Este rincón acerado, estuvo ocupado durante años por el tradicional Quiosco de Paco Castro, que forma parte de la historia de esta calle. Antes de seguir bajando, hay que mencionar a Casa Petra, reliquia de los viejos tabancos y cátedra de la Universidad de la calle, que en paralelo tenía la Escuela de Comercio, cuna de titulaciones de peritaje mercantil, así como de Ciencias Empresariales.
Continuamos en orden decreciente,
con otra casa del siglo XIX, tardobarroco, con balcón central flanqueado
por cierros. En la acera opuesta nos encontramos con el popularmente conocido
como “El boquete de la Porvera”, cuyo nombre real para esta callejuela es “El
callejón de los negros”, y junto al que está situado otro negocio popular en
esta calle, como es "La Cepa de Oro".
En el núm. 26 tenemos el edificio de la Once, de 1856, estilo ecléctico, que fue Colegio de los Marianistas.
Avanzamos un poco, y en la acera de enfrente, está el Colegio de San José, sede
la Hermandad
de “La Borriquita”, en cuya portada aún se aprecia un relieve de
la Giralda, como alusión a la diócesis a la que pertenecía.
Terminamos con caserones de estilo neoclásico, de 3 plantas, restaurados recientemente, que fueron habitados entre otras, por las familias López de Carrizosa y Delage-Ferraro.
Desde esta esquina, podemos contemplar la magnífica arboleda de Jacarandas que cubren esta calle, casi en su totalidad, excepto el último tramo desde la esquina de Chancillería, que hasta la iglesia de la Victoria, eran las catalpas quienes formaban parte de la decoración arbórea en ambas aceras, y que a la fecha actual están taladas casi todas, por una u otra causa, habiendo perdido vistosidad en primavera, cuando sus altas copas cubiertas de grandes hojas acorazonadas, con los frutos pendulares colgantes, se rellenaban de panículas de flores blancas, como una expansión de bignonias. Volvemos a esta cueva verde de grandes ramas que forman las jacarandas, plantadas en 1986, de las cuales fueron envenenadas 5, con la consiguiente tala de las mismas en 2008. Seguidamente fueron respuestas, y forman parte de este conjunto, que en primavera se torna de color azul violáceo, aunque también florece en otoño, pero en menor medida, dotando a la Porvera de un paisaje boscoso único, emulando a un túnel vegetal lleno de colorido.
Seguidamente, y como final de este recorrido, haremos un poema personalizado en el que suscribe, recordando vivencias de su niñez.
Desde Puerta
de Sevilla a Porvera
Una nueva
ruta de corte patrimonial
En la que
hacemos una visita al pasado
Donde la
Escuela de San José será el eje central
Calles que
tenían un recorrido diario
De mañana y
tarde en la etapa colegial
Todos
formados dentro del patio
En filas por
clases, al estilo militar
La campana
en la esquina del patio
Nos alertaba
de principio y final
El
"cara al sol" y "en pie camarada"
Eran cantos
obligados, en la entrada matinal
Un recuerdo
a todo el profesorado
De los
cursos por los que teníamos que pasar
D. José
Zarzuela, D.José Lebrato, el hermano Manuel
D. Luis
Romero y sus tortazos de "ayuda" educacional
Los hermanos
Víctor, Leonardo, Ismael
El hermano
Andrés, experto con la regla directa al cabezal
Los
tinteros, los pupitres, las visitas del hermano Tomás
El boletín
de notas, 2 puntos cada acierto al preguntar
Los ensayos
en el coro, los concursos del Villamarta
Los viernes
por la tarde, a la iglesia a confesar
Todos en la
fila con el cura bueno
Que al otro,
se le escapaban collejas por pecar
Los
domingos, misa obligatoria
Desayunos
con chocolate, en alguna fecha puntual
Fútbol,
baloncesto, juegos en el patio
Con los
Sánchez Mellado, de vez en cuando obra teatral
Los
diplomas, los premios de fin de curso
Semana
Santa, la Borriquita procesional
Entre palmas
y olivos, el colegio abarrotado de blanco y azul
Con cara
tapada o descubierta, empiezan a desfilar
Dejamos el
colegio y seguimos el recorrido
Recordando
aspectos o algún lugar especial
Como los
recortes de hostias de las monjas mínimas
O el cine
club kostka de los jesuitas, 50 años atrás
Del cine
Astoria hacia Salvador Allende
Alrededor,
callejuelas pateadas para jugar
La calle
Florinda, plaza de las Cocheras
Calle
Paralejo, o el Callejón del Moral
Seguimos
hacia delante, antes por el bar Loyola
Famoso por
su ensaladilla, rica y artesanal
Desembocamos
en la Porvera, esquina Chancilleria
El quiosco
de Paco, amable y servicial
El tabanco
de Casa Petra, las vías del tren por calle Ancha
La escuela
de Comercio, profesores de la Caja a tiempo parcial
El Colegio
de los Marianistas, máquinas de escribir Arroyo
Galerías
Mónaco y Comercial Ferretera para terminar.
Han quedado
muchos recuerdos en el tintero
Que
seguramente el lector no podrá olvidar
Por lo que
abro un espacio en la memoria
Para que
ustedes mismos lo puedan rellenar.
(Joaquín Caro)