Desde este bonito y único rincón se quiere divulgar al mundo entero que Jerez además del patrimonio multi-cultural , turístico ó festivo conocido por casi todos, tiene un patrimonio arbóreo por desgracia desconocido para la mayoría de los ciudadanos de nuestra ciudad.
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miércoles, 9 de abril de 2025

Sendero de la Silla del Papa, Ensenada de Bolonia. Febrero de 2025


Amaneció el 4 de febrero con buen tiempo, y finalmente decidimos salir de excursión a un nuevo lugar, que hasta ahora no habíamos ido, pero hacía bastante tiempo que lo teníamos programado:  la Silla del Papa. Nuestro fotógrafo oficial no nos pudo acompañar, así que el reportaje adolece de sus macros habituales. 

Fuimos 6 compañeros en dos vehículos, y en el punto de encuentro de salida, uno de los vehículos señalaba posible avería, lo que nos obligó a cambiar de transporte y retrasar el inicio. 

La parada para desayunar la hicimos en la venta Candela, de Medina Sidonia, con sus famosas rebanadas de campo XXL.

Llegamos primeramente al Conjunto Arqueológico Baelo Claudia, a fin de comprobar si tenía el merendero disponible, y desplazarnos hasta allí para el almuerzo, y a continuación visitar las instalaciones si teníamos tiempo. 

A continuación, nos trasladamos al inicio de la pista del sendero de la Silla del Papa, dejamos los coches a un lado, e iniciamos el ascenso, después de las 11.30h.

Pasamos la casa de la primera curva, estando la pista en ese tramo, en buenas condiciones. Entre un paisaje de pinares, alcornoques y arbustos variados, nuestro botánico comenzó a identificar las pequeñas variedades de plantas, a ambos lados del camino. 














La Arenaria hispanica destacaba con sus 5 pétalos blancos, espatulados, y anteras de color violeta.





Arenaria hispanica


Entre dos húmedas piedras de color anaranjado, emergía una inflorescencia de panícula densa y espiguillas dimórficas, cuyo nombre, nos indicó nuestro profesor, es Lamarckia aurea

Lamarckia aurea


A solo unos pasos más adelante, una concentración de cabecitas redondeadas, formadas por diminutas inflorescencias de flores blancas de 4 pétalos (aunque también las hay color violeta), llamadas Lobularia maritima, las cuales continuaron apareciendo en varias ocasiones, a lo largo del sendero.

Lobularia maritima

Volviendo la vista hacia un lado, la masa arbórea que formaban la copa de los árboles, se rozaba con las densas nubes grises del horizonte, y entre ambas, el mar esparcía su calma azulada, interrumpida por la presencia de grandes barcos que surcaban la bahía.
















La pista tenía tramos en muy mal estado, y con grandes desniveles que obstaculizaban el paso de vehículos que quisieran acceder a la cima. 

Seguimos enumerando las plantas encontradas a ambos lados del sendero, destacando su colorido entre los diferentes árboles y arbustos, siendo las que nombramos a continuación, más habituales en otros recorridos. Nos referimos al Erodium moschatum, de color rosado con 5 pétalos; a la Oxalis pes-caprae, también de 5 pétalos, pero color amarillo dorado; y finalmente la Crepis vesicaria subs. haenseleri, con lígulas amarillas en número entre 50 y 70.


Erodium moschatum

Oxalis pes-caprae

Crepis vesicaria subs. haenseleri


Algunos ejemplares de buitres leonados, surcaban el cielo azul sobre nuestras cabezas, desplazándose de un lado a otro, aprovechando las corrientes de aire, al son de una música imaginaria y sosegada, que les hace mantener estáticas sus alas extendidas. Son momentos placenteros, en los que podríamos tirarnos sobre la hierba y contemplar el ir y venir de estas grandes aves.

Varios arbustos de Stauracanthus boivinii con escasas flores amarillas, provistas de estandarte, quilla y alas, se mezclaban a la sombra de los elevados Pinus pinaster, cuyas acículas son pares y las piñas entre 10-20 cm. cónicas, siendo el árbol predominante a lo largo del sendero. Continuamos nuestro ascenso, donde se iban repitiendo algunas de las plantas mencionadas, y nos paramos destacando el colorido de la Scilla monophyllos, una planta bulbosa de flores azules, de 6 pétalos y 6 anteras también azuladas, y filamentos estaminales.


Stauracanthus boivinii

Pinus pinaster


Scilla monophyllos






Fuimos encontrando algunas setas al pie del sendero, inexplicablemente de buena calidad, y que nuestro mejor conocedor de ellas se encargó de ir echándolas en su zurrón, ante la inexistencia de canasto, ya que no pensamos en esa posibilidad. Concretamente, fueron ejemplares de Lepista nuda (color morado) y Pleurotus ostreatus, que nuestro amigo dio buena cuenta de ellas en la cena de ese día.















Seguimos avanzando contemplando a nuestro alrededor los bordes montañosos de piedra caliza gris, abrazada por la masa verde de árboles y arbustos que cubren los pocos espacios que dejan los huecos rocosos. 














Nuestra curiosidad botánica nos hizo fijarnos en la Biscutella baetica, inflorescencia en racimos laxos de flores con 4 pétalos amarillos y estambres con filamentos.

Biscutella baetica


Una de las curvas del camino, estaba flanqueada por grandes rocas, y unimos nuestros brazos en paralelo cubriendo ambos extremos de la angostura para inmortalizar el momento. 



Algunas nubes oscuras volvían a cubrir el horizonte, y las afiladas y puntiagudas Lajas emergían tras las copas de los árboles formando aislados dientes de Sierra. 

















En algunas grietas de la hormigonada pista, crecían plantas esporádicamente, como la Aristolochia paucinervis, con flores color pardo y labio superior púrpura oscuro, emulando a pequeñas cabecitas de serpientes.

Aristolochia paucinervis


Nuestro ascenso continuaba, viendo el efecto que iba ocasionando la erosión del terreno, dejando al descubierto multitud de raíces de alcornoques, que milagrosamente mantenían el equilibrio en las pendientes de las laderas. Destacamos también arbustos de Teline monspessulana, con flores amarillas, agrupadas en cortos racimos y hojas siempreverdes trifoliadas.

Teline monspessulana




Media hora más tarde, alcanzamos la parte más alta de la Sierra de la Plata, y nos entremezclamos por el entresijo de las diferentes piedras calizas, para ver distintas perspectivas desde el Oppidum, sacando fotografías diversas, junto a rocas con formas muy peculiares, como la de forma de gancho. En medio de un mini prado verde entre las rocas, localizamos un grupo de Narcissus bulbocodium, con flores amarillo claro, espata visible y estambres largos con filamentos curvados. 


Narcissus bulbocodium





Dejamos a nuestra derecha la zona alambrada de las torretas, y nos adentramos unos centenares de metros por la parte izquierda, donde los senderos nos dejaban avanzar, pues había mucha zona con agua y barro entre el paisaje de grandes paredes de rocas y lajas, a cuyos lados proliferaban pinos y alcornoques, mezclados con palmitos, madroños y diferentes  árboles y arbustos, entre los cuales buscamos un espacio para hacer el tradicional rengue, pues ya se nos había pasado la hora reglamentaria.

















Regresamos junto a la zona protegida de las torretas, y cruzamos la puerta para buscar la Silla del Papa, que se suponía debía estar cerca. Ya se nos hizo tarde y no llegamos a localizarla. Tan solo encontramos los restos de alguna vivienda, con escalones labrados en el lateral. Otro día haremos la ruta desde otro sendero, e intentaremos ver la gran cantidad de restos de la época que se dispersan por estos parajes.





Comenzamos el camino de regreso hasta donde teníamos los coches aparcados, y nos fuimos a la zona de merendero del Conjunto Arqueológico Baelo Claudia, para dar cuenta de nuestro almuerzo.

Finalmente, sólo dispusimos de media hora para dar un corto paseo por las instalaciones, antes de la hora del cierre.