Desde este bonito y único rincón se quiere divulgar al mundo entero que Jerez además del patrimonio multi-cultural , turístico ó festivo conocido por casi todos, tiene un patrimonio arbóreo por desgracia desconocido para la mayoría de los ciudadanos de nuestra ciudad.
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lunes, 5 de agosto de 2024

Excursión sendero Arroyo del Parral, Montes de Propios de Jerez. Febrero 2024

 

Sendero del Parral (27-2-24)

 

 

Excursión prevista al Sendero del Parral, una vez obtenido el preceptivo permiso, y que a última hora no nos pudo acompañar nuestro profesor por causas médicas, ni tampoco otro compañero también experto, quedando el grupo un poco huérfano, botánicamente hablando. 

Quedamos en iniciar la visita a las 11 de la mañana, y ya nos esperaban para indicarnos la cancela de comienzo del mismo, que realizamos en total cinco personas.

 

Situados en el término municipal de Jerez, el segundo más grande de Andalucía, el primero es Córdoba capital, concretamente en los Montes de Propio, que forma parte del Parque Natural de los Alcornocales, declarado parque natural en 1989, siendo uno de los más grandes de Andalucía, con 170.000 ha. Está entre Cádiz y Málaga (la Sauceda). Linda por el norte con el Parque Natural de Grazalema y por el sur con el del Estrecho. En la zona donde estamos es la parte norte, y quien lleva la gestión es el Ayuntamiento de Jerez, a través de Ememsa. Desde la época feudal, ha sido zona de conflictos, por la cercanía del manantial de Tempul, pasando a manos de cristianos o moros, según intereses del señor feudal de la época. Finalmente quedó en manos cristianas, con una dotación inicial de 50.000 ha. Siempre ha sido un sector de acceso muy restringido, hasta hace unos años, en que se han abierto senderos para uso público.

En este parque, predomina el alcornoque, de ahí su nombre, debido al tipo de suelo que requiere este árbol, compuesto de roca arenisca. Además le favorece el terreno soleado. En cambio, si nos alejamos de las zonas altas, nos adentramos en la umbría, donde predomina el quejigo. 

El tronco del alcornoque está revestido de corcho, para protegerse del fuego, por estar en la zona mediterránea, de mucho calor y riesgo de incendios. 

El corcho que se quema, crea una capa negra de protección, que impide que arda el tronco. Desde hace siglos, a este árbol se le practica el descorche, y se le llama a la primera capa bornizo. El primer corcho se quita con hacha, hasta la altura de la cruz. Corte alrededor y luego hacia abajo en vertical, con la cuña del mando del hacha. Luego los rajadores, les van dando forma rectangular, y los van dejando a los pies de los árboles. A continuación, los arrieros los trasladan con mulos o burros, hasta un patio de corcho, donde una vez acumulado se transportan en camiones. Se cuelgan con arneses para cargar los camiones. Esta tarea se realiza en verano.

El bornizo es de mala calidad, por ser muy poroso, y se utiliza, una vez triturado, para tapones de botellas de champagne, tablones de corcho para clavar fotos, insonorizar paredes, portales de belén, etc.

El bueno es el que sale en segunda, que se llama segundero. Se utiliza para los tapones de corcho de botellas de vino, y se sacan de una pieza. Para que alcance el grosor suficiente, se espera entre 9 y 10 años. Cada vez le cuesta más producirlo, entre otras cosas por una enfermedad que se llama "la seca". El descorche reduce la vida del alcornoque, a una media de 200 años, contra otros que no se descorchan, que pueden durar 500. A pesar de ello, se considera sostenible en el tiempo.

Aparentan ser árboles jóvenes, pero en realidad su cepellón puede ser centenario, siendo por ello más susceptible a los ataques externos.

 

 

Tras franquear la cancela de acceso, paramos ante el cartel indicativo, donde se detallaba características y trazado del sendero.





















Con motivo de las últimas lluvias, estaba algo impracticable, agravado por el ir y venir del ganado, que libremente pasta en su interior.
















Nuestro fotógrafo iba captando las bondades de este magnífico rincón de los Montes de Propio, y mientras nos despedíamos de uno de los guardas, algunas imágenes de margaritas (Glebionis coronaria), con sus lígulas blancas y amarillas, totalmente copada por insectos, así como las abundantes borrajas (Borago officinalis), con sus bonitos tallos pelosos y flores azuladas.

 

Margaritas (Glebionis coronaria)

Borrajas (Borago officinalis)

Borrajas (Borago officinalis)


 








La primera parte del camino, está dominada por acebuches como árbol predominante, y haciendo un análisis visual de la vegetación, desde un punto que abarcaba bien los diferentes contrastes de colores del arbolado, tenemos por zonas: acebuches, luego en la umbría los quejigos, zona más soleada los alcornoques y arriba en la montaña, los pinos.





 








Fuimos avanzando por los laterales del sendero, para ir evitando el barro, y al mismo tiempo anotando las plantas que nos íbamos encontrando, como la Euphorbia helioscopica, de verdes hojas acopladas al tallo, semejantes a las cunitas de un tiovivo. Cercana a ellas los Vilanos de los Senecio vulgaris, formando las cabecitas peludas y canosas, que se van deshaciendo con el viento.

Senecio vulgaris

Euphorbia helioscopica



















El tono púrpura de la Fedia cornucopiae, con su cáliz tubular y corola bilabiada, resalta entre las hojas verdes del camino, contrastando con el amarillo de la Calendula arvensis.

Calendula arvensis

Fedia cornucopiae



















Una planta muy frecuente en los distintos senderos, es el Erodium, con sus flores rosadas de 5 pétalos. En este caso nos referimos al Erodium salzmannii, pues el apellido botánico es el que le da su esencia.

Erodium salzmannii

Erodium salzmannii

Erodium salzmannii











Apreciamos otros tipos de Vilanos, como los del Sonchus oleraceus, que se elevan sobre los abiertos pétalos morados de la Vinca difformis, como hélices preparadas para volar.

Sonchus oleraceus

Vinca difformis



















También hay otro tipo de arbusto predominante entre la arboleda y las lomas pedregosas, de flores en forma de quilla y color amarillo, pero que, en función del tipo de hojas y ramas, su nombre varía.

Tenemos por un lado la Teline linifolia y por otro el Cytisus baeticus, como muestra de los que hemos fotografiado durante el camino.













La margarita es otra flor que se prodiga abundantemente, y acompañamos fotos de la Bellis annua, tanto con los capullos cerrados, como abiertos.

Bellis annua

Bellis annua



















Sabemos que, en esa zona, existen diferentes tipos de animales, como el ciervo, gamo y corzo. Hay también jabalíes y cerdos silvestres, pero evidentemente no pudimos avistar ninguno.






En cuanto a los herbívoros, hay que mencionar que hace más de 100 años, el equilibrio en estas especies lo mantenía el lobo. El ecosistema se controlaba de forma natural, dando lugar a que diferentes especies se regeneraran y encontraran en este Parque un lugar de cohabitación animal, interrumpido por la mano del hombre. Otra variedad que sufre este desequilibrio son las colonias de buitres, que no encuentran como antaño, especies abatidas con las que alimentarse.

 


Durante nuestra andadura por el sendero, que a menudo estaba cubierto de agua en algunas zonas, y con la atenta vigilancia del ganado (correspondiente a vacas rojas para cría, que luego se venden a los mataderos), que constantemente aparecían y desaparecían por ambos lados, a su libre albedrío, encontramos a nuestra derecha un Salix atrocinera, relleno de amentos, y al mismo tiempo rodeado de arbustos de Cytisus baeticus. Pronto resaltaría entre la verde hierba, los vistosos colores de la Ophrys tenthredinifera, cuya forma y variedad de matices, resulta todo un espectáculo.













Salix atrocinera, relleno de amentos

Salix atrocinera, relleno de amentos

Cytisus baeticus

Cytisus baeticus





































Ophrys tenthredinifera

Ophrys tenthredinifera



















Aparte del Erodium salzmannii, encontramos algunos Erodium Moschatum, del mismo colorido, pero diferente forma y tamaño, tanto sus hojas como las flores. Unos pasos más adelante, otra planta abundante en estos parajes es la "olivilla" (Teucrium fruticans), ésta en tonos blancos y azulados con sus característicos nervios cruzando los pétalos, largos estambres a modo de flequillo, y se me asemeja la cabeza de una cabra a vista de pájaro. 

Olivilla" (Teucrium fruticans)

Erodium Moschatum

Erodium Moschatum


Erodium 




































Alcanzamos un punto estratégico del recorrido, que da mucho juego, sobre todo a nuestros fotógrafos, como es el Manantial del Canuto de la Gallina, al que accedemos tras unas bonitas estampas del sendero, donde los árboles se inclinan desde la ladera, agitando sus ramas a nuestro paso en forma de saludo.





El Canuto de la Gallina representa uno de los rincones donde se concentran la vegetación, las rocas y el agua, realzando la belleza de la naturaleza, con esta mezcla de elementos que tanto reconforta a nuestros sentidos. El agua baja desde las alturas, formando pequeñas cascadas entre las rocas, impregnadas de musgo y líquenes, alumbrándose a través de los focos que proyectan los rayos solares. Ya más cerca del sendero, las aguas se estancan en modo espejo, y en otras partes se vuelven opacas, gastando las combinaciones de verde y marrón en esta paleta de colores improvisada. 





Tras pasar un buen rato por los entresijos del Canuto, continuamos el camino bajo la atenta mirada del ojeador de la manada, que nos mantenía a raya con sus ojos tristones.














Tanto las margaritas (Bellis annua), como los Erodium moschatum, se acoplan, procurando salpicaduras blancas y rosadas entre la verde hierba.












Una tímida flor, la Verónica cymbalaria asomaba su blanca cabecita entre la hojarasca y las verdes hojas, a modo de periscopio, con cuatro pétalos, siendo el inferior más pequeño que los otros. El nombre de Verónica, dicen que se le ha puesto porque las dos anteras que tiene la flor, simulan los ojos de La Verónica. Bueno, ahí lo dejo...

Verónica cymbalaria













Mencionamos también a la Ranunculus ficaria, una flor con lígula y estambres amarillos.

Ranunculus ficaria

Continuamos avanzando, contemplando a lo lejos la zona montañosa cubierta de arbustos y arboleda, entre la que aparecen distintas y solitarias construcciones, de agricultores y ganaderos. Algunas flores y arbustos se repiten en el recorrido, como la Teline linifolia o la Bellis annua, y van apareciendo otras nuevas, como las flores rosadas del Geranium molle, con los pétalos mellados en su ápice.


Teline linifolia

Geranium molle











Algunos alcornoques y quejigos presentaban figuras fantasmagóricas, cubiertos de musgo y helechos, con tronco y ramas retorcidas, y nos iban dando paso a la llegada al Manantial del Parral.

























Aprovechamos los restos de un gran alcornoque seco y caído, para hacernos una foto grupal entre los huecos de su tronco y ramas, y seguidamente un brindis delante de la Casa del Guarda.












Con relación a la sequedad de los alcornoques, vamos a introducir un pequeño apéndice sobre “La Seca”

Cuando los ejemplares se hacen viejos, esta enfermedad les ataca, van perdiendo progresivamente las hojas y el árbol se muere. No se sabe muy bien la causa, pero también ataca a otros ejemplares como la encina. Puede que el descorche les pueda perjudicar, pues está comprobado que disminuye la vida del árbol. Se intenta cubrir este déficit con nuevas plantaciones, pero la gran cantidad de herbívoros que habita la sierra, provoca que se coman los brotes jóvenes, no prosperando este sistema.

 Tras un rato comprobando el terreno y la humedad del manantial, iniciamos el camino de vuelta, siempre acompañados por el ganado, que como a la ida, surgía de improviso entre la arboleda.





Quiero recordar que, en otra de nuestras visitas, al pie del muro de la Casa, sobre una piedra lisa, vimos un montoncito espumoso. Se trataba de una ooteca, relativa a una mantis religiosa. Esta especie de insecto efectúa la puesta de huevos aquí, y pueden salir cientos de crías en primavera, que incluso se matan entre ellas.

 

Tan solo comentar algunos gamones (Asphodelus ramosus) dispersos por las laderas, un resto de seta roja al pie del camino, o las superpuestas lígulas amarillas de los Sonchus oleraceus.





Gamones (Asphodelus ramosus)


Gamones (Asphodelus ramosus)

Sonchus oleraceus


 


























El hecho de que estos senderos estén transitados por muchos herbívoros, es normal que en el mismo haya gran cantidad de excrementos. Recuerdo que una de las veces que lo visitamos, identificamos unos de conejo, lo cual provocó hablar un poco sobre ellos y su hábitat, y como anécdota, a raíz de una pregunta surgida en un concurso televisivo, se cuestionó si realmente los conejos se comen sus propios excrementos. Pues efectivamente es así, se comen una parte de ellos, con el objetivo de asegurar la ingestión de vitamina B, siendo esta práctica algo totalmente normal en los conejos.

 












Terminamos con alguna variedad de Fumaria, rabaniza blanca (Raphanus raphanistrum) y margaritas de pétalos blancos y aquenios amarillos, llamadas Chamaemelum fuscatum. Nos dirigimos hacia la Casa de la Jarda, pasando junto a unos grandes arbustos de Rosales de Banksiae, de colores blancos, rosas y amarillos.

 

Chamaemelum fuscatum

Chamaemelum fuscatum

Raphanus raphanistrum

Fumaria



































Llegamos a la zona de aparcamiento con la hora vencida, pues los trabajadores ya se estaban marchando, y telefónicamente nos despedimos de la directora y los guardas, agradeciendo la visita y la atención prestada.