“EL
PARQUE CENTRAL DE JEREZ”
DE CAPUCHINO A
CRISTINA, UN RECORRIDO POR EL FUTURO ESPACIO VERDE DE LA CIUDAD.
Si Jerez de la
Frontera fuera una ciudad moderna y no anclada, como a veces nos parece, en el
siglo XIX, ya tendría su centro histórico peatonal. La mayoría de las ciudades
medias europeas, buena parte de la mitad Norte de España y algunas más
avanzadas como la vecina Málaga, han convertido sus cascos antiguos en espacios
solo para el disfrute, el paseo y la convivencia.
Han eliminado el
trafico rodado y sus ciudadanos acuden allí paseando, en bici, patines o en
autobuses pequeños en busca de una buena terraza para merendar, tapear, cenar,
o simplemente para hacer una compra, adquirir cualquier regalo o visitar una
bonita exposición.
Pontevedra,
Vitoria, Oviedo, Valladolid, Vigo, A Coruña y un sin fin de ciudades de ese
porte han optado, y con gran éxito, por esta política y sus gobernantes han
alcanzado, por lo general, un gran rédito por ello.
¡Y en casi todas
ellas siempre existe un parque central! un lugar donde tomar el sol o la
sombra, donde llenar los pulmones del aire puro, donde admirar la belleza de
los árboles o de un rosal en primavera. Donde poder leer un libro bajo un
árbol, escuchar el canto de los pájaros, o pisar con sus pequeños o con sus
mascotas un tupido y blando césped.
Y Jerez dispone
también de su espacio verde en el centro, el que comprende desde el bulevar de
la ronda Capuchinos hasta El Mamelón, la Alameda Cristina y la elegante plaza
Aladro. Un lugar llenos de árboles singulares, con moreras recortadas,
cocoteros plumosos, raros almeces americanos, sóforas que amarillean al principio
de los veranos, plátanos de paseo y palmeras que parecen tocar el mismo cielo.
Y todo ello
rodeado de estupendos palacios, como el de Marqués Montana, con su espléndida
fachada barroca y sus bellas columnas retorcidas y de monumentales iglesias, como
las de Santo Domingo y su delicioso claustro tardogótico, que podría ser un
centro de verdadero arte o un museo de la ciudad que montara exposiciones
pictóricas relevantes, de esculturas itinerantes o conciertos de música para
soñar.
Por este espacio
de tantas posibilidades hemos paseado los miembros de nuestra Asociación
soñando también en que algún día toda este emplazamiento se convierta en el
lugar de encuentro, de garveo, de evasión y en una escapatoria al ruido y al
humo de los coches. Un verdadero jardín en el mismísimo centro de nuestra
ciudad.
A continuación
les comentamos los principales elementos arbóreos que actualmente pueden
disfrutarse en este formidable pulmón de la ciudad:
Comenzamos en
Capuchinos y continuamos por el bulevar que conecta con Aladro.
Ante la fachada
de la iglesia conventual se dispone una hilera de moreras ( Morus alba).
Curiosamente estos árboles son casi los únicos de la ciudad que son podados
regularmente todos los inviernos. En otoño, sus grandes hojas adquieren una tonalidad
amarilla dignas de admirar.
El bulevar de
capuchinos y el carril bici que discurre por su centro esta bordeado por
palmeras cocoteras (Arecastrum romanzoffianum) y varias del tipo Washingtonia
robusta, que se han adaptado bien a nuestro clima y dado un toque de exotismo
al lugar. Les acompañan unos interesantes setos, regularmente muy bien
recortados, de abelias (Abelia grandiflora), que son los únicos que existen en
las calles de la ciudad. En las aceras laterales vemos alineaciones de naranjos
amargos (Citrus aurantium) que en invierno ponen su nota de color con sus copas
rebosantes de frutos y en primavera nos estimulan el olfato con el aroma del
azahar.
A
la entrada de la Alameda del Mamelón y frente al monumento de San Juan Bautista de la Salle, nos topamos con un
extraño arbusto que se confunde con un cafeto, pero que en realidad es un
Acokanthera oblongifolia, una planta originaria de Sudáfrica y que curiosamente
es altamente tóxica.
Acokanthera oblongifolia |
Los
plátanos de paseo (Platanus x hispánica) son los árboles de sombra más
frecuentes en la mayoría de las ciudades de Europa y aquí forman una estupenda
enfilación, aunque varios ejemplares fueron talados recientemente
injustificadamente y fueron sustituidos por
varios ciclamores y un par de ginkgos, que a nuestro parecer no encajan
en ese entorno.
El monumento al fundador de las escuelas La Salle estaba rodeado hasta hace unos años por cuatro espléndidas palmeras, dos de las cuales se perdieron por la acción depredadora de los escarabajos picudos que han azotado a buena parte del extenso palmeral jerezano, especialmente los ejemplares de esta especie ( Phoenix canariensis). Jerez de las Palmeras, se llegó a definir jocosamente en algún momento y donde se decía: “Que en Jerez habitaban más palmeras que en el propio Elche…”
Alrededor
de una exagerada fuente, casi siempre “escacharrada”, que ocupa actualmente el
solar que hasta los años sesenta albergo el Palacio de los Marqueses de
Salobral, convive un bonito drago (Dracaena draco) compañero de otro ejemplar
que se perdió junto a un hermoso cerezo rojo (Prunus cerasifera), también
perdido y que recordamos aquí.
Drago que se perdió con una tormenta |
Cerezo rojo también perdido |
Rodeando el monumento al enganche jerezano se pueden apreciar diversos arbustos recortados, un interesante grupo de palmitos (Chamaerops humilis), además de un par de olivos (Olea europea), uno de los cuales en el interior de un parterre relleno de rosales sevillanos, de un precioso color bermellón y que dan una de las escasas notas de color con las que cuenta la ciudad actualmente. Recientemente se bordeó el carruaje de bronce con una hilera de lentisco ( Pistacia lentiscus) que es otra novedad en toda la ciudad.
En la acera opuesta hay otro grupo de parterres que llevan varios años sin rellenar de sus habituales cinerarias y petunias y donde destaca un limpiatubos o árbol del cepillo ( Callistemon viminalis), una morera péndula (Morus alba pendula) y una pequeña chorisia ( Ceiba speciosa) que plantó allí uno de los miembros de nuestra asociación y con motivo del nacimiento de su primer nieto.
Continuamos nuestro peregrinar hasta la Plaza de Aladro, llamada así en honor de célebre jerezano Juan Pedro Aladro, que residió en el palacio anexo, fue diplomático y llegó incluso a ser aspirante al trono de Albania. Allí nos encontramos con un espléndido ejemplar de pica-pica (Lagunaria patersonii) de un porte extraordinario y viejísimo, la más antigua de la ciudad.
Pica pica Lagunaria catalogado como árbol singular de Jerez |
La plaza, que se ha convertido en el lugar de moda y de la mejor gastronomía jerezana, está bordeada por ejemplares de acacias de Constantinopla ( Albizia julibrissin) que conviven con dos majestuosas palmeras (Washingtonia filifera) y otra de la especie abanico de China Livistona chinensis, una verdadera rareza digna de contemplar, así como una excelente palmera canaria (Phoenis canariensis) y un estupendo laurel (Laurus nobis).
Palmera de abanico china (Livistona chinensis) catalogada como árbol singular de Jerez |
Laurel |
Al
fondo de la frondosa plaza se distinguen cuatro almeces americanos (Celtis
occidentalis) que provienen de la Expo Universal de Sevilla de 1992.
Almeces americanos (Celtis occidentalis) |
Uno de estos almeces esta catalogado como árbol singular de Jerez |
Antes de llegar a nuestro destino final nos acercamos a la plaza de San Andrés, o de las Atarazanas, llamada así por la existencia allí de un cobertizo muy antiguo utilizado primero como arsenal y más tarde como bodega, que todavía subsiste.
Flanqueado por 10 olivos (Olea europea),
plantados hace unos 15 años, puede verse un monumento dedicado a las edades del
hombre de la escultora Miriam Guerra y la fachada del palacio de las
Atarazanas, que fue propiedad de la familias Gordon y donde se sabe que
pernoctó Lord Byron en su visita a Jerez en 1809.
Casa Palacio de Las Atarazanas |
El jardín interior de este palacio, que más
tarde perteneció al Marqués de Torresoto, esta adornado con una inmenso
magnolio (Magnolia grandiflora), un toronjo (Citrus x paradisi) y una
interesante bergamota (Citrus x bergamia), hermana de las que existen en la
finca El Altillo,pero de mejor porte.
En el jardín de colegio de la Compañía de
María, que perteneció igualmente a la familia Gordon, pudimos admirar una
interesante colección de árboles entre las que destacan una excelente encina
(Quercus ilex), varias robinias de buen porte ( (Robinia pseudoacacia), varios buxus balearica y
árboles del amor (Cercis siliquastrum).
No
podemos olvidar que en esta plaza estuvo abierto hasta los años ochenta el Cine
Jerezano, de grato recuerdo para muchos jerezanos.
Seguimos
el recorrido por la calle Rosario con sus bonitas alineaciones de naranjos
amargos en sus aceras y donde encontraremos el Conservatorio de Música ubicado
en un antiguo casco bodeguero.
Justo
delante de este palacio se encuentra el monumento que se erigió en honor de
Pedro Domecq y Nuñez de Villavicencio, Marqués de Casa Domecq, y que tiene unos bajo relieves con los motivos de la caridad y la
enseñanza.
Llegamos
por fin a nuestro destino final, la espléndida Alameda Cristina y para
asombrarnos ante sus doce impresionantes palmeras de más de 30 metros de altura
(Washingtonia robusta) y que nos pareció imposible que pudieran mantenerse de
pie, pese a los días de tormentas o de fuerte levante.
El paseo central de la Alameda Cristina además de las palmeras, tiene una buena alineación de sóforas o árboles de las pagodas (Sophora japónica) y es uno de los lugares más bellos de la ciudad y desde la que puede contemplarse el recinto majestuoso de la la iglesia del Convento de Santo Domingo, un templo donde se conjugan los estilos mudéjares, góticos, renacentistas y barrocos ( sXV-XVIII) y una verdadera obra de arte.
En su puerta principal, como dos guardianes, encontramos dos macetones que contienen unas scheffleras.
En
un lateral de Santo Domingo, justo entre las casas de hermandad de La Oración en el Huerto y La Virgen del Rocio hay un pequeño parterre
con un olivo que debido a una enfermedad ha sido podado y que está rodeado de
clivias.
En el
lateral opuesto de la alameda podemos ver casi escondida entre dos edificios la
capilla de San Juan de Letrán, cuyo origen está
vinculado al Hospital de San Sebastian. Actualmente es la sede de la popular
hermandad de Jesús Nazareno. En su pequeño patio de entrada podemos contemplar unos
bonitos naranjos amargos.
Finalizamos la visita a este lugar, que hemos
llamado El Parque Central de Jerez, en el delicioso claustro del convento de
Santo Domingo, bien de interés cultural y patrimonio histórico de España hoy
convertido en centro de celebraciones diversas, pero que consideramos que debe
ser usado para actividades de mayor enjundia y relieve. Su reciente
restauración deja mucho que desear, pero creemos que este debe ser el epicentro
de la dinamización cultural del casco antiguo la ciudad y de toda esta “Gran
parcela verde y maravillosa de nuestro Jerez”.
Próximamente seguiremos publicando otras rutas por el centro de Jerez.