En esta primavera del 2.020 en que a consecuencia del Covid-19 nos hemos visto encerrados en nuestros hogares sin poder disfrutar de la naturaleza en esta estación tan llena de colorido, llenos de nostalgia, queremos publicar la crónica de una excursión que hicimos el 15 de Mayo del 2018 por el Parque de Los Alcornocales, concretamente en las cercanías de Los Barrios y Alcalá de los Gazules, para ver y fotografiar entre otras, una flor, el rododendro, que por si sola ya merece dicha excursión.
Esta es la crónica hecha por Joaquin Caro acompañada por las fotos tomadas por Antonio Galiano.
Mediados de
Mayo, mediados de primavera, una fecha estratégica y esperada, para descubrir y
disfrutar, de una de las más bellas floraciones: Los Rododendros.
A eso nos
disponíamos hoy, nuevamente con la inestimable compañía de Javier Fernández de
Bobadilla, quien nos llevaría a través del sendero, al lugar exacto donde
encontrarlos.
Quedamos a
desayunar antes de las nueve, pues como el sendero no era muy largo, no hacía
falta ir temprano. No obstante, había que dar más contenido al día, y decidimos
ir primero a la Ermita-Santuario de Ntra. Sra. de los Santos, en Alcalá de
los Gazules, para recorrer los carriles adyacentes, y ver plantas y flores
silvestres del entorno.
En total
fuimos 6, por lo que uno de los componentes del grupo, decidió ir en moto
directamente al santuario, y el resto en un solo coche.
Como todo es
aprendizaje en nuestras rutas, y mucho más si vamos de la mano de Javier, nada
más salir, nos colocamos una vía virtual en la vena verde de nuestro cuerpo,
tomamos la autovía, y desde el coche, mientras observamos la vegetación,
ya nos conectamos el gotero botánico, para que nos fuese suministrando los
conocimientos necesarios, y así apreciar con sentimientos palpitantes, cada
árbol, flor, hierba, arbusto, bosque o campiña, que recorremos con nuestros
cinco sentidos.
Como he
dicho antes, y yendo en compañía de una persona tan docta en la materia, la
primera en la frente. Ya en la autovía, comentando el paisaje, hablamos de lo
bonito que se veían los campos de jaramagos. Pues nos dijo Javier que esos no eran
jaramagos, sino que se llamaban Brassica nigra, aunque se parecían
mucho. Y eso desde el coche, sin pararse siquiera, por el tono y la forma.
Resulta que los auténticos jaramagos se llaman Diplotaxis virgata. Había
otros arbustos que nos llamaban la atención, y no los recordábamos, o no nos
habíamos fijado antes. Arbustos cubiertos de flores amarillas, de alto porte
(pueden alcanzar los 3m), tanto en las medianas como en los laterales de la
autovía, llamados spartium junceum ó retama de olor, con
las corolas estandarte, como una gran vela de barco en forma de corazón
invertido, asomando en su parte inferior la quilla, acompañada de dos remos
laterales. Su género está muy relacionado con las genistas o los cytisus.
Ya hemos experimentado esta sensación en anteriores ocasiones, por nuestras
rutas carrileras, o en los desplazamientos a otros parajes, donde la variedad
de tonalidades de los campos, te hacen mirar a uno y otro lado, cada cual más
sorprendente. El hecho de ir de pasajero, te da una ventaja adicional para
deleitarse en lo que te rodea, contemplando espacios abiertos que se realzan en
primavera, y se cubren con tanta variedad de plantas y flores silvestres, unido
al arbolado típico de nuestra sierra.
Llegamos a
la desviación hacia el Santuario, y dejamos el coche en la Venta Cruce de los
Santos, pues la misma intersección estaba repleta de un mapa policromático,
el
cual nos dispusimos a palpar y conocer en primera persona. Solo bastó andar
unas decenas de metros frente a la Venta, por la carretera de acceso a la
autovía, para admirar el tono predominante de malvas y amarillos,
como si
hubiesen extendido un muestrario de telas estampadas a lo largo del bardo,
correspondientes a lavateras y brassica nigra. El más cercano
a la venta, tenía mucha abundancia de zullas,
asperjando este nuevo
tejido de fondo verde, con salteadas motas de un rojo intenso, resultando una
alfombra
irisada, envidia de los mejores talleres de tapices. El amigo Juanlu
es uno de los que más manifiestan su emoción, cuando está en contacto con la
naturaleza. Por ello, no deja pasar la oportunidad de hacerse fotos, inmerso en
esta vorágine floral y silvestre, recostado entre malvas, jaramagos, zullas
o espiguillas, entre otros, rendido ante la altanería que le provoca la
confluencia de tanta vistosidad.