Desde este bonito y único rincón se quiere divulgar al mundo entero que Jerez además del patrimonio multi-cultural , turístico ó festivo conocido por casi todos, tiene un patrimonio arbóreo por desgracia desconocido para la mayoría de los ciudadanos de nuestra ciudad.
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viernes, 14 de mayo de 2021

Por el sendero del Picacho, Alcalá de los Gazules y la garganta de Bogas o Boca de Foz, San José del Valle (Abril 2.021)


El pasado 13 de Abril, decidimos hacer una excursión por la zona de Alcalá de los Gazules, con una doble perspectiva: Garganta de Bogas o el Picacho. Según nos habíamos informado previamente, el primero era zona privada, y habría que recabar permiso al dueño. El segundo, si la pretensión era subir al Picacho, también necesitábamos permiso, pero en este caso de la Delegación de la Junta de Andalucía.

Así que, hablamos previamente por teléfono, y quedamos en recoger el permiso.

Finalmente sólo pudimos ir cuatro personas. Comenzamos a recoger al personal a las 8.30a.m. y nos dirigimos hacia la Delegación Territorial de Desarrollo Sostenible en Cádiz, en la Ctra. Alcalá-Benalup, junto al Centro de visitantes el Aljibe, donde nos firmaron el permiso correspondiente para el Picacho, confirmándonos en dicho centro, que la Garganta de Bogas no era sendero del Parque Natural.

Tras desayunar en la Palmosa, nos desplazamos hacia El Picacho para hacer el recorrido, hasta donde nos permitieran el tiempo y nuestras piernas.

El Picacho, Parque Natural de Los Alcornocales













Cerca de las 11 de la mañana, nos pusimos en marcha.

Tras documentarnos en los carteles de la entrada, uno con los distintos senderos de El Picacho y otro con el sendero Garganta de Puerto Oscuro, nos adentramos en este entorno natural, con el predominio arbóreo de los alcornoques.












Como es habitual en nuestras excursiones, nuestro objetivo es ir descubriendo nueva vegetación, e ir recordando otras, que hemos conocido en senderos anteriores. Así que iremos nombrando la gran mayoría, documentando su nombre técnico a pie de foto.

Muy abundantes a ambos lados del sendero, los Phlomis de flores violetas, conocidos como matagallos, con largos tallos de hojas peludas y rugosas, cuyas flores dispuestas en verticilos, rodean el tallo como si estuviesen jugando al corro, en forma de gajos invertidos. 

Phlomis purpurea, (matagallos)



Phlomis purpurea, (matagallos)

Phlomis purpurea, (matagallos)












Grandes piedras a nuestro paso, cubiertas de musgo y líquenes, se mezclan con espinosos arbustos de Genistas triacanthos, cuajados de flores amarillas con estandarte triangular, alas y quilla. 


Genistas triacanthos

A lo lejos, asoma el Picacho entre nubes vegetales de quejigos, alcornoques, acebuches, lentiscos, majuelos o madroños, que irán adornando este sendero, complementado con el colorido de flores y arbustos primaverales. 




















Un gran ejemplar de quejigo al pie del camino, nos obligó a realizar una parada obligada, contemplando su bonito porte, el tronco cubierto de musgo y líquenes, y sus ramas desplegadas, forradas de nuevas hojas verdes, como telas de un traje a medida.


quejigo

quejigo















Tallos y hojas verdes del Ruscus aculeatus, flores blancas y azuladas de la olivilla, con sus largos estambres y 5 pétalos con el central más alargado, formando una larga lengua. 

Ruscus aculeatus (rusco)



Teucrium fruticans (olivilla)

                              




















Nuestro avance entre la arboleda, se veía sorprendido por las formas que toman algunos árboles, con figuras de equilibristas y paisajes tenebrosos que componen sus ramas, cuando el sol se oculta. Las grandes piedras, con el blanco adosado de los líquenes, el verde sotobosque y el variado colorido de las flores, nos llevaron a cubrir el primer tramo fijado en el recorrido: La Laguna del Picacho. 






Laguna del Picacho










Afortunadamente, aunque no en abundancia, estaba cubierta de agua, y se oía perfectamente el permanente concierto que mantenían las diferentes especies de anfibios, que habitan en este pequeño hábitat. Las distintas plantas acuáticas que viven en este espacio, que emergen entre las aguas, ofrecen un bonito y variado paisaje fotográfico, con el efecto de los rayos solares y la vegetación que la rodea, como grupos variados de cistus, cantuesos y orobanches, donde se mezclan las flores blancas de base amarilla de la jara negra, con el morado de las lavándulas y el ocre de la Orobanche austrohispanica.




Cistus salvifolius (jaras) en primer termino (blancas), lavandula stoechas (cantueso) en el fondo

Lavandula stoechas (cantueso)

















Orobanche austrohispanica










El vallado de madera que rodea la Laguna, está deteriorado en algunas zonas, y junto a los redondeados postes, se acoplan mucha cantidad de plantas y  arbustos, destacando las flores amarillas del Lotus corniculatus, las pegajosas altabacas (Dittrichia viscosa), las bonitas flores en corimbos de los majuelos, con los cinco pétalos blancos y las anteras de los estambres de color rosado. Resaltan entre los lotus, el azul intenso de la pelosa lengua de perro (Lithodora prostrata), dispersas en menor cantidad que otras especies.





Crataegus monogyna (majuelos)

Crataegus monogyna (majuelos)









Lithodora prostrata subsp. lusitanica



Lithodora prostrata subsp. lusitanica  y Lotus corniculatus




















Tras sacar variadas fotografías desde distintas posiciones, siendo observados por la alta cima del Picacho y de la atenta mirada de una vaca retinta que se aproximó a la valla, continuamos el sendero en ascenso, para ir aproximándonos a nuestro inalcanzable objetivo de este día, pues dado lo avanzado de la hora y nuestra inagotable curiosidad por la vegetación, veíamos prácticamente imposible acercarnos tan solo al mirador. Saludamos a un grupo de senderistas, que sí venían equipados y dispuestos para tal menester.






Aparte de la habitual masa de alcornoques, lentiscos y algunos algarrobos, los phlomis no se hacían de rogar y cubrían gran parte del terreno, haciendo más atractivo nuestro caminar, con el color púrpura de sus flores. Algunas variedades aisladas, remarcaban la vegetación, resaltando el amarillo de los ranunculus, que parecen pétalos plastificados; las flores acampanadas del Allium triquetum, de pétalos blancos y el nervio medio de color verde; la conocida leche de ave, de seis pétalos lanceolados blancos y los tonos violetas y blancos de la fumaria.


Quercus suber (alcornoque)










Ceratonia siliqua (algarrobo)


Pistacia lentiscus (lentiscos)

Phlomis purpurea (matagallo)

Ranunculus macrophillo (clavelitos de sierra)


Allium triquetum (ajetes rizados)

Ornithogalum orthophyllum (leche de ave)

Fumaria










Los Umbilicus rupestris crecían sobre las grandes rocas cubiertas de musgo, rodeadas de lentiscos, jaras y olivillas, con alguna bellorita abriéndose paso entre los arbustos. 

Umbilicus rupestris (ombligo de Venus)










Pistacia lentiscus (lentiscos) 

Teucrium fruticans (olivilla)

Bellis sylvestris (bellorita)

Cistus (jara)



























Nuestro compañero aficionado a la geología, nos señaló un trozo de piedra anaranjada, identificándola como Arenisca del aljibe, que como su nombre indica, es un tipo de arenisca (roca sedimentaria propia de la zona), que geológicamente hablando, forma una unidad propia bastante amplia.


Nuestro lento caminar, nos llevó hasta una gran roca en forma de desfiladero, tras la cual había uno de los antiguos hornos de pan, hechos de piedra. 












Seguimos el ascenso, y la vegetación se iba repitiendo, con bonitas manchas amarillas de las genistas. Los espinosos arbustos de aulaga andaluza, con brotes de flores a punto de abrirse, no podían faltar en estos alcornocales, engalanados con cistus, cantuesos, lotus y genistas.






Lavandulas stoecha (cantuesos)
























Ulex baeticus subsp. scaber (aulaga andaluza)


Cistus crispus (jara)

Cistus salvifolius (jara)


Media hora más tarde, tras pasar entre una serie de grandes piedras, casi blancas, en uno de los puntos altos del recorrido, bajamos hasta el puente de madera que cruza el Arroyo de la Garganta de la Cierva, admirando el discurrir de su cauce, junto con la variada vegetación que emana entre las piedras, obstaculizando el pausado deslizamiento de las aguas, en este estrecho espacio. Desde la barandilla del puente, podemos contemplar madroños, adelfas, alisos, las trepadoras Smilax aspera, majuelos, así como diversas plantas y arbustos. 










Arbutus unedo (madroño)


Smilax aspera (zarzaparrilla)



Alnus glutinosa (aliso común)











Nerium oleander (adelfas)


Anduvimos hacia el Picacho otra media hora, encontrando algunos ejemplares de lupinos, con sus flores alternas en forma de racimo, de color azul y blanco. Las blancas flores de la jara negra, se mezclan entre los cantuesos, y el Picacho asoma entre las ramitas de los lentiscos, cuajados de alevines drupas rojas, bajo las cuales brillan las peludas vainas de la Calicotome villosa, aún sin flores, y arbustos de olivillas de flor blanca. 

Lupinus micranthus (lupinos)





Pistacia lentiscus (lentiscos)

Calicotome villosa












El camino, con gran cantidad de piedras en los repechos, se iba haciendo pesado, y cuando llegamos a un tramo culminado por una gran piedra, optamos por volver, pues aún nos quedaba hacer el sendero circular de Puerto Oscuro. Así que sobre las 13:30 nos hicimos una foto grupal con el Picacho de fondo, antes de emprender el camino de regreso, prometiendo regresar en otra ocasión para intentar el ascenso, o acercarnos lo máximo posible.












Lotus corniculatus










Destacamos nuevamente la belleza floral de la zona, abundando en un conjunto de Ornithogalum orthophyllum, que al contemplarlos de cerca, vemos como entre los 6 pétalos, se sitúan seis estambres filamentosos aplanados en su base, con forma triangular, de color blanco con las anteras amarillas, distintos a los que estamos acostumbrados a ver. Enfatizan el paisaje los tonos rosados de ramilletes de la Fedia cornucopiae, así como las inflorescencias en capítulos amarillos de la Crepis capillaris.

Ornithogalum orthophylum (leche de ave, estrella de Belén)









Fedia cornucopiae (sangre de doncella)

Crepis capillaris (cerraya de cardo)










Cerca de las dos de la tarde, alcanzamos los postes de señalización, e iniciamos el sendero circular de la Garganta de Puerto Oscuro. En unos minutos, oímos el chapoteo de las aguas del Arroyo con el mismo nombre del sendero, al que abordamos en diferentes tramos, contemplando el combinado vegetal, piedra y agua, que te traslada a un mundo distinto, lejos de la civilización, del tráfico y la contaminación, donde solo se oye el canto de los pájaros y los saltos de agua abriéndose paso entre las piedras. Una zona de relajación total, que compartimos un grupo de amigos amantes de la naturaleza.



















Dos reseñas fotográficas en este sendero, no vistas en el anterior, como el Ruscus aculeatus, pero con sus destacadas bayas rojas, y una planta, aún sin flores, de la Oenanthe pimpinelloides, localizada junto a las piedras del cauce del arroyo.

Ruscus aculeatus

Oenanthe pimpinelloides






 







Tras las entradas y salidas de la zona de agua, en unos veinte minutos llegamos nuevamente al otro extremo de la Laguna, de donde ya se había ido el curioso bóvido que encontramos en la ida. Hicimos varias tomas de la Laguna desde ese punto, y nos fuimos hacia la zona de aparcamiento, para coger las mochilas y buscar una mesa entre los alcornoques, para dar buena cuenta del almuerzo.
















Durante el breve reposo de la comida, mientras charlamos un rato, los pájaros mantenían su propio diálogo, que fue interrumpido por la imitación de uno de nuestros compañeros, lo cual provocó el interés de una de las aves, que se trasladó a un árbol próximo para hablar de cerca con el intruso.

Después de este "diálogo cantor", estilo Gomera, pero sin reconocimiento del tema de conversación, recogimos las pertenencias y la basura, y pusimos rumbo hacia la Garganta de Bogas, para echar un vistazo al terreno, y hacer el sendero hasta donde pudiésemos llegar.

Aparcamos a las puertas del Cortijo Cortés Alta, y fuimos por el interior de la cañada, entre alambradas a ambos lados, donde había algunos acebuches y también majuelos. A la izquierda, vimos pastando algunos toros bravos entre las encinas, pero por el tamaño podían ser erales, que pronto desaparecieron de nuestra vista, azuzados por el sonido de una camioneta y las voces del conductor. 

















Mientras no encontramos obstáculos por el camino, seguíamos avanzando hacia la Garganta, que veíamos al frente sin abandonar la cañada. Encontramos algunas plantas llamativas a ambos lados, como el Gynandridis sisyrinchium (lirio azul), o la Salvia verbenaca (balsamilla). Aquí sí había bastante cantidad de Fedia cornucopiae, dando un tono rosado a uno de los laterales. 

Gynandridis sisyrinchium (lirio azul)

Fedia cornucopiae (sangre de doncella)


Salvia verbenaca (balsamilla)











Pasamos junto a un pozo, casi lleno de agua, junto al que había un largo pilón, compuesto de varios abrevaderos para el ganado. Unas decenas de metros más adelante, llegó el final de nuestra aventura, pues nos topamos con una cancela cerrada con un cartel anunciando Peligro por ganado bravo. Así que, este sendero no es practicable, al ser propiedad privada y estar en el interior de una dehesa de toros bravos. 
















Volvimos nuestros pasos, y regresamos al punto de partida, sin dejar de fijarnos en otra serie de plantas, habituales en estos terrenos, como la umbela de flores blancas de la Daucus carota (zanahoria silvestre), o el azulado del Cynoglossum creticum junto a los Carduus bourgeanus (cardo borriquero) con los crespones rosados de flores tubulares. Volvimos a ver algunos Ranunculus  entre las florecillas blancas de la Oenanthe achenalii, que de forma aislada reconocimos a un lado del camino. 

Daucus carota (zanahoria silvestre)









Ranunculus

Cynoglossum creticum (lengua de perro)

Carduus bourgeanus (cardo borriquero)



















Oenanthe achenalii











El último trecho lo hicimos acompañados de un chivito, que buscaba a su madre, pero sus balidos no fueron correspondidos, quedando el pobre animal por allí a la espera de que acudiesen a buscarlo. 













Llegamos a la puerta del cortijo, donde había varios caballos castaños con sus crías, que nos sirvieron como colofón al reportaje. 













Magnífica jornada y extraordinario el paisaje, de un gran día de excursión y disfrute de la naturaleza.