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domingo, 9 de marzo de 2025

Todo lo que las plantas hacen por tu cuerpo sin que lo sepas: "Es mejor para tu salud acariciar un ficus que un perro"

El articulo que reproducimos más abajo fue publicado en EL MUNDO el pasado 7 de Marzo y está firmado por Ricardo F. Colmenero y Carmen Casado

Esperamos que nuestros visitantes lo encuentren interesante.

 Tocar madera, inhalar coníferas y mirar hojas verdes: la profesora de Oxford Kathy Willis explora en 'Las bondades de la naturaleza' los 'milagros' terapéuticos en el cuerpo humano al interactuar con plantas

 Toque madera. No está claro que vaya a traerle buena suerte pero, al menos, se sentirá más tranquilo, o eso dice la ciencia. También si mira hojas verdes, o si contempla árboles algo dispersos. Un estudio en la Universidad de Chiba, en Japón, demostró que si ponían un jarrón de rosas en el escritorio de unos trabajadores, lograban bajarles las pulsaciones en cuatro minutos. Otro estudio de 1984, reveló que los pacientes operados de vesícula biliar se recuperaban más rápido, y pedían menos analgésicos, cuando podían ver árboles desde su ventana, que cuando tenían un muro. En otro experimento en guarderías finlandesas, observaron durante 28 días a tres grupos de niños jugando en grava, en alfombra de goma, y en tierra de un bosque boreal, y al finalizar, estos últimos, tenían un microbioma intestinal completamente nuevo, y habían reducido sus marcadores inflamatorios en sangre.

«Ocurren cambios en nuestro cuerpo cuando nuestros sentidos interactúan con la naturaleza, y además es una respuesta automática, no tenemos ningún control sobre ello», dice Kathy Willis, profesora de biodiversidad en Oxford, que era de esas que miraba de reojo a los «abraza árboles», y ahora va por ahí recetando enterrar las manos en la tierra y oler limoneros. «Antes pensaba, ‘esto es ciencia de pacotilla’, pero cuando investigué descubrí evidencias científicas. No es solo una sensación de bienestar, es un cambio real en el cuerpo. Cuando caminas por un bosque de pinos, y percibes ese fuerte olor a pino, esos compuestos entran en tu sangre. La naturaleza ha entrado en tu cuerpo y desencadena procesos bioquímicos similares a los de un medicamento con receta. Me parece fascinante».

La fascinación remató en un libro: Las bondades de la naturaleza: Una visión pionera sobre los secretos y las virtudes de las plantas (Salamandra Miradas)

-Lo primero que he hecho antes de entrevistarla es buscar en Google el país con más bosques, para ver quiénes eran los habitantes más sanos y calmados del mundo, y me ha salido Rusia.

-Bueno, puedes tener todos estos bosques, pero si nunca entras en ellos, no los ves, los hueles, los escuchas, los tocas y abrazas ese microbioma ambiental que tu cuerpo adopta al caminar por el bosque, pues no importa cuántos bosques tengas. Se ha investigado mucho sobre cómo las personas que tienen más espacios verdes a su alrededor son más saludables, pero deben interactuar con ese espacio.

-¿Y funciona para todos? No sé, Putin se va mucho a Siberia, y Trump vive en un campo de golf.

-Bueno, sí, funciona. Lo más importante es que cuando interactúas con la naturaleza sucede automáticamente, te guste o no. Pero sospecho que un campo de golf no es el mejor entorno, porque es solo césped. No tiene diferentes formas, diferentes olores, diferentes texturas. Y probablemente ese césped ha sido tratado con gran cantidad de fertilizantes. Así es que todo el microbioma ambiental que podríamos obtener de un entorno biodiverso no está allí.

Lo bueno de todo es que tampoco hace falta irse a vivir a Rusia. «Si estás confinado en casa, pero la llenas con plantas como cintas o, como tengo en mi escritorio aquí, una rosa que parece bastante marchita, sé que tenerla y mirarla ocasionalmente me hará sentirme más tranquila y bajará mi presión arterial. Los victorianos eran mucho mejores en esto que nosotros. Son cosas simples que todos podemos hacer sin necesidad de esperar a que un médico nos lo recete. Lo que pasa es que nunca pensamos en las plantas. Las vemos como algo agradable pero prescindible. No las consideramos necesarias. Sí, es bonito tener un perro. Es bonito acariciar un gato. Te relaja. No cuestiono eso. Pero obtienes muchos más beneficios para la salud al acariciar un ficus, o al tener una planta en tu escritorio y olerla, que con animales como un perro».

Los barrios de Londres con mayor densidad de árboles tienen menos prescripciones de antidepresivos, e incluso se ha calculado que aumentar la vegetación en ciertas ciudades podría ahorrar hasta 2.600 millones de libras (unos 3.000 millones de euros) del presupuesto de Sanidad.

-Por primera vez se ha ralentizado el crecimiento de la esperanza de vida en la Unión Europea. ¿Cree que tiene que ver con todo esto?

-Muchos de los beneficios que nos brindan las plantas están directamente relacionados con los problemas de salud por los que muchas personas mueren hoy en día, precisamente porque hemos eliminado la naturaleza de nuestro entorno. Alrededor del 80% de las muertes a nivel mundial se deben a enfermedades no transmisibles, causadas principalmente por el estrés, el cáncer, los accidentes cerebrovasculares... Todas provocadas porque vivimos en entornos altamente estresantes y sin nada que nos ayude a generar resiliencia. Se habla mucho de si el problema es el trigo, la comida ultraprocesada y cómo esto afecta a nuestro microbioma intestinal, pero puedes lograr cambios similares en tu microbioma interactuando con la naturaleza. Cambia nuestra sangre, nuestros procesos metabólicos y nuestras células T. Cuanto más construimos edificios sin vegetación, sin vistas a zonas verdes, nos están causando daño.

Los japoneses lo llaman darse un shinrin-yoku, y significa literalmente «sumergirse en la atmósfera del bosque con todos los sentidos». Uno de los hallazgos clave en la investigación de Willis es la recomendación de pasar al menos 120 minutos a la semana en la naturaleza: «Inhalar coníferas durante solo 90 segundos reduce la frecuencia cardíaca. El aroma de cipreses y enebros estimula las células asesinas naturales del sistema inmunológico, que ayudan a combatir virus y el cáncer».

Caminar durante quince minutos por un bosque, en comparación con un entorno urbano, provoca una reducción de hasta un 16% del cortisol, la principal hormona del estrés, en la saliva de los sujetos, junto con una significativa disminución de la frecuencia del pulso y la presión arterial. Y un marcado incremento de la actividad nerviosa parasimpática. También vale si uno, simplemente, permanece sentado en un entorno boscoso.

La teoría de la reducción del estrés, propuesta en los años 90 por el científico del comportamiento Roger Ulrich, sugiere que los humanos estamos biológicamente programados para responder positivamente a los paisajes naturales. Algunos científicos creen que esto se debe a un tema evolutivo, y que lo llevamos escrito en nuestro ADN. «He evitado discutirlo en porque hay tantos psicólogos evolutivos que lo defienden como los que lo rechazan. Para mí, probablemente haya algo en nuestros genes que nos capacita para esto. Cuando miramos un horizonte verde y abierto, probablemente haya algo en ello relacionado con nuestra historia en África, y la búsqueda de fuentes de alimento».

-Yo es que vivo cerca de la playa, en el mar Mediterráneo. ¿También vale?

-Hay toda una literatura sobre la percepción del color azul. El mar azul, el sonido del océano y su olor pueden desencadenar los mismos procesos. En el mar tienes un perfil de olores muy característico. Te aseguro que el aire que te rodea es increíblemente beneficioso para tu salud, está lleno de pinenos y limonenos. Las plantas cítricas, en particular, emiten unos perfiles aromáticos que, cuando entran en tu cuerpo, te aportan una gran cantidad de beneficios. Así es que, ¡sal a oler!

-Bueno, ahora tengo que oler este ordenador.

-No, no hagas eso.