Desde este bonito y único rincón se quiere divulgar al mundo entero que Jerez además del patrimonio multi-cultural , turístico ó festivo conocido por casi todos, tiene un patrimonio arbóreo por desgracia desconocido para la mayoría de los ciudadanos de nuestra ciudad.
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domingo, 6 de diciembre de 2020

Sendero del río Guadalete

Puente de Cartuja Siglo XVI

El pasado 12 de noviembre, organizamos un paseo por el  sendero del río Guadalete, en el tramo de la Cartuja. Nos acompañó Agustín García Lázaro, de Ecologistas en Acción, promotora del proyecto para la recuperación del sendero del Guadalete, quien nos sirvió de guía, además de facilitarnos información histórica, medio ambiental y patrimonial de la zona y de Lomopardo.



Lomopardo


Comenzamos por la parte trasera de la Venta Cartuja, observando que el sendero ya cuenta con árboles autóctonos plantados hace un par de años, como álamos blancos, fresnos, acebuches, etc., y algunos mantienen un buen porte, siendo las pérdidas escasas.

















La parte más próxima al río, está llena de maleza y arbolado, principalmente de eucaliptos y álamos blancos, a los que se unen los tarajes y los cañizos, siendo imposible poder ver el curso del río.














Tras una hora aproximada de recorrido, regresamos al puente, pasando por detrás de la venta, donde resaltaban los colores rojizos de los Ricinos, que terminaban junto a una de las inscripciones en las piedras que sirven de base a los arcos. Agustín nos enseñó documentación y grabados antiguos del puente, así como actividades alrededor del mismo.

Ricinos (Ricinus communis)














Nuestro cicerone se tuvo que marchar, y nosotros seguimos haciendo el sendero por la parte opuesta, en dirección al vivero de los Hnos. Olmedo, terminando en el puente sobre el Río Salado. 

 





Arroyo Salado













TRAMO DE LA CORTA

 

El pasado martes, 24 de noviembre, hemos visitado el tramo que nos quedó pendiente, del proyecto de Sendero del río Guadalete, a su paso por la Corta.

 

Comenzamos desde la parte trasera al restaurante Vecarte 1930, y anduvimos en dirección al Monasterio de la Cartuja, por la zona más próxima al río. 

 











Las aguas del Guadalete bajaban muy tranquilas, casi inmóviles, mientras los rayos del sol se posaban en su cauce, Iluminando sus pausadas orillas, y encendiendo los crespones dorados de los carrizos, que se mecían por encima de nuestras cabezas, formando un manto paralelo, que ocultaba las turbias aguas del río del olvido











De vez en cuando, alguna fugaz abertura, nos dejaba acercarnos para ver de cerca el paso calmado de sus aguas, que levemente mecían una pequeña barca apostada entre las cañas. 


Unos metros más adelante, nos acercamos a un recinto acotado a nuestra izquierda, que contenía el yacimiento arqueológico de esta barriada rural, descubierto el pasado año, en obras de mantenimiento y conservación del cauce del río Guadalete. 












Enseguida alcanzamos el terreno del embarcadero, presidido por un eucalipto, dentro de un alcorque bordeado por grandes piedras, situado junto al margen del río. Allí reposaba entre los postes, una barca alargada, de color rojo y con un pequeño mascarón de proa en forma de cabeza de dragón, no muy agraciada. 







Antes de continuar por el sendero, contemplamos a la izquierda algunos álamos blancos de buen porte, cuyas sinuosas ramas, desprendidas de hojas, jugaban con los destellos solares, formando a contraluz figuras de esbeltos bailarines danzando sobre la hierba. 


















El camino tenía muy marcadas la rodada de los vehículos que por allí transitan, probablemente del trasiego agrícola en los terrenos colindantes. 



Este segundo trecho junto al río, contenía a la derecha los abundantes Phragmites australis, y a la izquierda, muchos brotes de álamos blancos, con jóvenes ejemplares entre los que hay algunos en el suelo, cortados en su base. Los acompañan en el recorrido, varios eucaliptos intercalados de distintos tamaños, con un par de ellos ya secos, aunque aún se mantienen en pie.









Alzando la vista al frente, el horizonte lo acapara el Monasterio de la Cartuja, rodeado de frondosa arboleda, destacando en su parte más alta una de sus espadañas, sobresaliendo entre una fina capa de desdibujadas nubes. Hasta allí llegaba nuestro objetivo de fin de sendero, bordeando el monasterio, lo más cerca posible del río. 






















A medida que avanzábamos, la arboleda en este tramo era monopolizada por eucaliptos de porte medio-alto, en la parte izquierda del camino, pues en la derecha continuaba la tupida cortina de carrizos, que dificultaban la vista del curso del río. 














En unos minutos, un pequeño descansadero en la orilla, nos iba a ofrecer una serie de perspectivas fotográficas, en dirección al curso de las aguas y contracorriente, pues un ejemplar de Salix babylónica descolgaba sus tupidas ramas, sin llegar a tocar la superficie, tornándose en protagonista y modelo de planos secuenciales, en este paisaje de ribera.



Salix babylonica











Continuamos por la linde de tierras de labor, y nos acercamos al muro que rodea el Monasterio, para transitar el sendero por la zona más cercana al mismo. La tapia está muy deteriorada, y presenta algunas aberturas en sus paredes, las cuales nos sirvieron como lienzo fotográfico para captar planos del recinto monacal. 












































Una vez arriba, comenzamos a bordear entre árboles, arbustos y matorrales, pasándonos al escalón inferior del bardo, pues el superior ofrecía mucha pendiente. 



El sendero estaba tupido de plantas invasoras, sobre todo de Solanum bonariense, que dificultaba a veces nuestro paseo. 
















Desde nuestra posición, sobresalían entre la vegetación, la parte superior del lateral del Monasterio, destacando pequeños torreones, las alineadas tejas de los edificios, las diminutas ventanas de los dormitorios, las puntas de las espadañas, y el blanco de una linterna perteneciente a alguna capilla, cercana a una imperfecta araucaria adosada a los muros. 
















Llegó un momento en que no podíamos avanzar, y volvimos hacia el río, intentando buscar algún hueco entre los cañaverales, pero resultó empresa inútil. No obstante, localizamos entre los arbustos otro espacio junto a la orilla, donde un gran eucalipto casi se recostaba sobre las aguas, como si pretendiera establecer un puente entre ambos márgenes. Las aguas, aunque turbias, seguían en sosiego, y reflejaban como en un gran espejo, la espesa arboleda regada por el Guadalete, en este tramo de la Corta. 




Fuimos desandando el camino, para volver al punto de partida, visualizando en nuestras mentes las posibles alternativas para desarrollar el futuro sendero, manteniendo el mayor tiempo posible la visión del río. 



















Bonita mañana de otoño, en la que hemos disfrutado del recorrido, combinando naturaleza y patrimonio, esperando que en un futuro próximo, este entorno sea un reclamo turístico para beneficio de todos los jerezanos. 

Nuestra asociación se ha adherido a la propuesta de Ecologistas en Acción para recuperar este sendero, y cuentan con nuestras sugerencias para si es posible llevarlo a cabo.

Quien quiera conocer este proyecto solo tiene que pinchar en el enlace siguiente:

Sendero del Guadalete