Desde este bonito y único rincón se quiere divulgar al mundo entero que Jerez además del patrimonio multi-cultural , turístico ó festivo conocido por casi todos, tiene un patrimonio arbóreo por desgracia desconocido para la mayoría de los ciudadanos de nuestra ciudad.
¿Quiere ayudarnos a descubrirlo.......?

sábado, 26 de noviembre de 2016

228ª- LA "DIGNIDAD" DE LOS ARBOLES (I)


Nos ha parecido tan ilustrativa, tan educativa y tan brillante, esta conferencia dada recientemente en la Asociación de Amigos de los Jardines de la Oliva de Sevilla, que no nos ha quedado mas remedio que dosificarla, en varias entregas y publicarla en nuestro Blog poco a poco, a ver si entre todos la vamos digiriendo.

“La dignidad de los árboles”

 Texto de la conferencia de D. José Elías Bonells.

 Fotos de Jerez de los Árboles

José Elías Bonells, conferencia sobre la dignidad de los árboles.

D.José Elías Bonells, conferencia sobre la dignidad de los árboles.

Podríamos decir que D. José Elías Bonells ha sido durante medio siglo el alma de la delegación de Parques y Jardines del Ayuntamiento de nuestra ciudad(Sevilla).
En agradecimiento a su profesionalidad y buen hacer, la Plataforma Ciudadana por los Parques, los Jardines y el Paisaje de Sevilla lo reconoció como Hijo Adoptivo de Sevilla.
En la conferencia que ha impartido ha expresado las bases fundamentales del tratamiento que debemos dispensar a los árboles.
XXX Aniversario se nuestra asociación. Conferencia de José Elías Bonnels.
XXX Aniversario se nuestra asociación. Conferencia de José Elías Bonells.

La "dignidad" de los árboles.
La dignidad se basa en el reconocimiento del árbol como ser vivo y, como tal ser, merecedor de respeto, sin importar cómo es.
Al reconocer y tolerar las diferencias de cada árbol, para que este se sienta digno, se afirma la virtud y la propia dignidad del individuo, fundamentada en el respeto a cualquier otro ser.
Plantando y conservando un árbol de calidad le damos la posibilidad de mantener su dignidad  durante muchos años.

Un árbol correcto en un lugar correcto.
Es constante en la historia de la humanidad negar la dignidad de los árboles para justificar y justificarse en los atentados que se realizan contra los mismos.
La dignidad se supone cuando no se vive con humillaciones.


Por ejemplo


Es la cualidad de ser digno, es decir, merecedor de algo, y ese algo puede ser un objeto, un sentimiento,  un pensamiento, etc.
Vamos despojando de su dignidad a un árbol emblemático y majestuoso cuando, entre muchas cosas, no lo podamos correctamente, o cuando lo utilizamos para otros fines, como para fijar carteles, para tender la ropa, etc.





















La poda atroz.
La topiaria (la práctica de dar formas artísticas a las plantas) puede ser un autentico arte, no hay más que   ver muchos jardines históricos, jardines franceses, italianos, etc… No obstante, es demasiado frecuente que se utilice este tipo de poda totalmente fuera de contexto, en especies inadecuadas, en épocas indebidas o con técnicas erróneas.





































































La poda en forma de pirulí se viene realizando en los naranjos desde el 2007, cuando los árboles habían formado una buena copa y era momento de realizarles una poda de formación, elevando un poco las copas, pero ahora se realiza lo contrario reduciendo la copa hasta unos límites que rozan el ridículo para evitar las floraciones y con ellas los frutos, evitando así su recogida antes de la maduración. De esta forma el naranjo es humillado.

Otra de las prácticas frecuentes en nuestras ciudades es la de podar los árboles caducifolios en el mejor de los casos, aunque en ocasiones estas atrocidades se practican sin criterio: ahora los podo en largo, luego en corto, luego modifico la estructura, ahora un desmoche, ahora un refaldado y luego ya veremos…




































  
Un mínimo de respeto.
Tenemos derecho a que los árboles que crecen en nuestras calles y jardines sean tratados con un mínimo de respeto y que las actuaciones que se hagan sobre ellos tengan un fundamento, un porqué que justifique la agresión.
Queremos que los árboles mueran de pie, con dignidad y orgullo, como reza el título de la famosa obra teatral del dramaturgo español Alejandro Casona.







































¿Quién hablará por los árboles?.
En la década de 1990, el Gobierno suizo consagró los derechos de los seres vivos en su constitución, y en 2008, el Comité de Ética Federal Suizo publicó unas directrices en su informe sobre la dignidad de los seres vivos que incluía la consideración moral de las plantas por sí mismas. Esto le valió a la comisión un Premio Nobel, a partir de los Annals of Improbable Research, para la investigación que primero te hace reír, pero luego te hace pensar.
A pesar de sus diferencias, el comité de ética acordó por unanimidad que el daño arbitrario causado a las plantas no era moralmente permisible.
“La dignidad es característica humana”: esto es lo que alegan las comunidades religiosas y científicas que se encuentran en el mismo lado y que protestan contra esta política; los seres humanos, según ellos, están más cerca de los ángeles que los animales, y por supuesto que las plantas.

¿No todas las plantas buenas van al cielo?.
Del mismo modo, los científicos suizos, ahora en la tarea de justificar su investigación genética, han encontrado la “dignidad de las plantas”…
Es fácil identificarse con los científicos y sonreír a los religiosos, pero no es difícil ser golpeados por la arrogancia que une a ambos en sus quejas.
“En concreto, la naturaleza tiene ahora, el derecho a existir, persistir y regenerarse”.
De cualquier manera, todo el tema de la dignidad de las plantas es turbio.
En 1992 hubo un debate muy controvertido acerca de la tecnología de los genes y en este debate, por el lado liberal, surgió el término constitucional de “la dignidad de los seres vivos”.
Pero después surgió un nuevo debate para entender lo que podría significar este término.
La constitución de aquel país dejó claro que dentro de los “seres vivos” estaban incluidos no solo los humanos y los animales, sino también las plantas e incluso los llamados “otros organismos”.

Animales y plantas.
Después de la Segunda Guerra Mundial, los teólogos sugirieron “la dignidad de las criaturas” como una expresión que servía para reconocer que todos los seres creados por Dios tienen integridad moral.
El concepto de Suiza tiene estas raíces teológicas, pero en el siglo XXI el debate tiene que ser laico.
Ha sido muy sorprendente que en la actualidad algunos grupos religiosos tengan dificultades a la hora de admitir el concepto de la dignidad animal y vegetal.
La legislación suiza toma una posición biocéntrica; es decir, la creencia en que todas las formas de vida son igualmente valiosas y que la humanidad no es el centro de la existencia.
Incluso antes de que esta política se produjera, ha habido organizaciones que se han mostrado irónicas con respecto a los derechos de las plantas, y críticas con respecto a los derechos de los animales.
Era como si los que defendemos los derechos de las plantas hubiéramos cruzado la línea del absurdo.
Si basamos el reconocimiento de los derechos sobre ciertas características, entonces no seremos capaces de trazar una línea estricta entre los seres humanos y los animales, y menos con las plantas.
Del mismo modo, también es bastante difícil trazar la línea entre animales y plantas, incluso si no utilizamos el concepto de dignidad.
Pero me gustaría hacer hincapié en que no decimos que las plantas son “sagradas”, sino que solo decimos que tenemos obligaciones con respecto a ellas, y que tenemos que justificar nuestras acciones.
La diferencia entre los animales y las plantas es que sabemos que los animales pueden sufrir, pero en el caso de las plantas esto es solo una especulación.
Por ello, si tenemos que elegir, elegimos las plantas para comer, y no comemos productos de origen animal.
¿Tal vez la topiaria o poda ornamental que da como resultado las figuras de determinados personajes podría ser humillante para los arbustos y los árboles?
Tenemos una responsabilidad a través de la educación y la investigación para definir el papel moral diferente de cada ser vivo.

Los vegetales transgénicos constituirían la “humillación de las plantas”.
El concepto de la dignidad de los seres vivos está aquí para recordar a la gente que los seres vivos no son “cosas”, y que hay que tratarlos de una manera diferente a como manejamos las cosas materiales, como las piedras.
Sería moralmente cuestionable utilizar una planta a sabiendas de que morirá poco después de haber sido plantada… Y esto ocurre muy a menudo.
Si aceptamos que las plantas tienen una posición moral porque son seres vivos, tenemos que evaluar cuidadosamente si podría justificarse crear árboles con ADN humano mediante la transcodificación de la esencia de un ser humano dentro del ADN de un árbol con el fin de crear “memorias vivientes”.
Los alimentos transgénicos son aquellos que han sido producidos a partir de un organismo modificado mediante ingeniería genética y al que se le han incorporado genes de otro organismo para producir las características deseadas.
De este modo, las plantas transgénicas pueden resistir plagas, aguantar mejor las sequías, o resistir mejor algunos herbicidas.
La manipulación genética consiste en aislar segmentos del ADN (el material genético) de un ser vivo (bacteria, vegetal, animal e incluso humano) para introducirlos en el de otro.
Los transgénicos, desde su nacimiento, han suscitado mucha polémica.

La sensibilidad de las plantas.
Todos los seres vivos tienen la capacidad de relacionarse con el medio que los rodea.
En los vegetales, esta capacidad de relación se llama excitabilidad o sensibilidad. Gracias a la excitabilidad, los vegetales pueden percibir estímulos externos y reaccionar produciendo respuestas.
Las respuestas de los vegetales son de naturaleza muy diferente de las respuestas de los animales, aunque están basadas en el mismo principio: la irritabilidad de las células.
La diferencia más notable entre una respuesta vegetal y una respuesta animal es que los vegetales se mueven sin desplazarse, mientras que los animales se desplazan. De este modo, la excitabilidad posibilita la adaptación de los vegetales a los cambios ambientales.
Las respuestas que producen los vegetales ante los cambios del ambiente se pueden clasificar en dos tipos: los tropismos y las nastias.
Los tropismos son respuestas en las que se producen cambios en la dirección del crecimiento del vegetal. Los tropismos alteran la forma de los vegetales y producen en ellos deformaciones permanentes.
En general, los tropismos pueden ser tropismos positivos, si el vegetal crece en dirección a la fuente del estímulo, tropismos negativos, si el vegetal, al crecer, se aleja de dicha fuente, o tropismos transversales, si el crecimiento coloca al vegetal de forma perpendicular a la fuente del estímulo.
Dependiendo de la fuente del estímulo, los tropismos pueden ser de varias clases:
Los geotropismos. Son las respuestas producidas ante la acción de la gravedad.
Los fototropismos. Son las respuestas producidas ante la acción de la luz.
Los quimiotropismos. Son las respuestas producidas ante la acción de las sustancias químicas. El más conocido es la acción del agua, hacia la que las raíces presentan hidrotropismo positivo.
Los tigmotropismos. Son las respuestas frente a acciones mecánicas. Por ejemplo, los zarcillos de la vid se enroscan alrededor de un objeto cuando lo rozan.
Las nastias son respuestas en las que se produce un movimiento sin orientación y pasajero, puesto que el vegetal vuelve a su posición inicial al cabo de poco tiempo.
Existen varias clases de nastias: las sismonastias, que se producen cuando los estímulos son golpes o sacudidas a un vegetal, como cuando las hojas de la mimosa púdica se encierran al ser golpeadas, o los movimientos de las plantas carnívoras; las quimionastias, o respuestas al estímulo de determinadas sustancias químicas, el agua generalmente; y las fotonastias, o respuestas a estímulos luminosos, como cuando las hojas de la acacia o del trébol varían su posición al atardecer, mientras que el dondiego de noche abre sus flores y las margaritas las cierran al ponerse el sol.

El lenguaje de las plantas
La fascinante “inteligencia” de las plantas. El reino vegetal exhibe una serie de conductas que apuntan a un comportamiento complejo: memoria, comunicación en redes, el uso de aliados como herramientas para salvar su existencia, y posiblemente la telepatía, son algunas de estas muestras de una posible inteligencia botánica.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Florencia ha ratificado que las plantas pueden llegar a comunicarse entre sí y enviar “mensajes” al medio ambiente.




Las plantas cuentan también con formas de comunicación específicas, que les otorgan ventajas adaptativas muy poderosas.
Para ello, usan un “lenguaje” especial: el químico. Algunas plantas secretan sustancias químicas volátiles que se dispersan rápidamente por su entorno, enviando mensajes concretos: “no vivas aquí”, “no soy sabrosa”, “ven, que encontrarás alimento”. Estos productos son llamados semio-químicos porque actúan como señales de comunicación a distancia, y provocan una acción determinada en ciertos sistemas biológicos, atrayendo agentes polinizadores o defendiendo a la planta de invasores patógenos (bacterias, virus, hongos) o de plagas de insectos.
Los árboles sagrados
El árbol  ha representado una manifestación muy especial de las fuerzas y del poder divino. Fue venerado en todas las culturas y en todos los tiempos, y desde siempre ha estado íntimamente relacionado con el destino de los hombres.
 Hay dos maneras de entender el árbol sagrado: como especie y como individuo.
Algunos pueblos consideran sagrada una especie determinada; de este modo, los africanos adoran el baobab, como los celtas adoraban el roble.
En cambio, algunas comunidades eligen un ejemplar determinado, como el ahuehuete de Oaxaca, en México, o el Ficus religiosa en la India.


Los árboles y la mitología
Los árboles han jugado un papel importante en muchas mitologías y religiones de todo el mundo, y se les ha dado un significado profundo y sagrado a lo largo de los siglos.
Los seres humanos, observando el crecimiento y la muerte de los árboles, la elasticidad de sus ramas, la sensibilidad y la decadencia y renacimiento anual de su follaje, los veían como símbolos poderosos de crecimiento, decadencia y resurrección.


Acacia de tres espinas en pleno Invierno


Acacia de tres espinas en pleno Invierno
Acacia de tres espinas reverdecida en Agosto
Acacia de tres espinas reverdecida en Agosto


Acacia de tres espinas reverdecida en Agosto

Acacia de tres espinas reverdecida en Agosto

Acacia de tres espinas reverdecida en Agosto
















































































Los árboles eran considerados a menudo como algo sagrado en el mundo antiguo, en toda Europa y Asia.
El cristianismo y el islam consideran la adoración de los árboles como idolatría y esto condujo a su destrucción en Europa y en la mayor parte de Asia occidental.
El árbol representa una manifestación muy especial de las fuerzas y del poder divino. Fue venerado en todas las culturas y en todos los tiempos, y desde siempre estuvo íntimamente relacionado con el destino de los hombres.

Olivo con mas de 2.000 Años. Vivo
Olivo con mas de 2.000 Años. Vivo. Este olivo dá cada año
 entre 40 y 50 Kg. de aceitunas
Olivo con mas de 2.000 Años. Vivo. Este olivo dá cada año
 entre 40 y 50 Kg. de aceitunas

Olivo con mas de 2.000 Años. Vivo. Y así está el tronco

José Elías Bonells.


Dado lo extenso de la conferencia hemos creído oportuno dividirla en varias entradas a fin de no hacerla demasiado extensa.



FINAL DEL CAPITULO (I)
Que continuará en otra entrada siguiente

FIN DE ESTA PRIMERA ENTRADA

Aclaración:
Estos son los apuntes, tomados de varias fuentes, que D. José Elías ha utilizado para preparar su conferencia.