Desde este bonito y único rincón se quiere divulgar al mundo entero que Jerez además del patrimonio multi-cultural , turístico ó festivo conocido por casi todos, tiene un patrimonio arbóreo por desgracia desconocido para la mayoría de los ciudadanos de nuestra ciudad.
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miércoles, 29 de junio de 2022

Excursión al Pinar del Rey. San Roque - Octubre 2021

 

Aunque con bastante retraso no queremos dejar pasar más tiempo sin publicar la crónica de nuestra visita efectuada en Octubre del 2.021 a este rincón de la provincia de Cádiz.

Este espacio natural situado en el Campo de Gibraltar, se encuentra dentro del Parque Natural de Los Alcornocales y de los términos municipales de San Roque y Castellar.  Se accede por la carretera CA-9203 que se puede tomar desde la A-405 o bien desde la misma ciudad de San Roque.

Su origen está ligado a la Armada, ya que su repoblación estuvo motivada por la producción de madera para la construcción de naves de guerra.

A continuación publicamos la crónica de dicha visita que esperamos resulte de interés para los amantes de la naturaleza.

 


 Estamos a mediados del mes de octubre, y nos desplazamos a la localidad de San Roque para pasar el día de excursión en el Pinar del Rey, visitando este paraje a través de algunos de los senderos que lo componen.

 


Solo hemos podido venir 4 amigos, que llegamos a nuestro destino a las 10:45 horas, aparcando el vehículo cerca de la fuente de la Alhaja.

 

Bajamos en dirección a la fuente, cruzando por la escalinata del puente de madera, y damos un paseo junto al Arroyo de la Alhaja, con dirección al nuevo puente de madera en construcción. Este pequeño río, en realidad se llama "de la Laja", por nacer en una piedra en forma de laja. Finalmente ha degenerado en el arroyo de la Alhaja.

 



Las aguas del arroyo, salpicadas de multitud de hojas caídas, discurrían tranquilas, formando un espejo del arbolado en él reflejado, con fondo de cielo azul y blanco, surcado por una flota de pequeños barquitos verdes, amarillos y ocres, que se desplazaban lentamente, y con el puente de fondo, realzaban un posado fotográfico lleno de encanto y poesía.










 















Troncos y ramas caídos, así como variados tamaños de piedras, obstaculizaban el paso de las aguas, aunque sin impedir su lento transitar, que se ensanchaba y reducía por diferentes tramos, pasando nosotros a la otra orilla, aprovechando los estrechamientos.



















Entre las distintas plantas y arbustos, la arboleda de ribera compuesta sobre todo por alisos, chopos y fresnos, se elevaba sobre el camino que bordea el arroyo, y a nuestro paso iremos detallando algunas especies que destacaban, mezcladas entre la variada vegetación, como la Conyza canadensis, con inflorescencias agrupadas en racimos, y mezcla de colores blanco, amarillo y verde, formando pequeñas esferas. Algunos árboles mantienen sus raíces al descubierto, llegando hasta el mismo cauce del arroyo, como reptadoras serpientes en busca de su presa.








Conyza canadensis


Un desnivel en el curso del arroyo, descubría raíces de color rosado y provocaba pequeñas cascadas de agua formando una mini gruta con fondo oscuro. Como ya hemos comentado, las plantas se intercalaban entre la espesa arboleda, y nuestro experto botánico se encargaba de irlas identificando, engrosando nuestra cultura vegetal y siempre difícil de recordar para otras ocasiones.






 











Destacamos la Lythrum salicaria, con flores rosadas, o bien un desplegado Parrón (vitis vinífera), que al trasluz resaltaba el colorido rojo y verde de sus hojas palmeadas, arropando las ramas de los árboles a los que se acoplan sus retorcidos sarmientos, y se enganchan sus espirales zarcillos. Una mirada hacia uno u otro lado del cauce del arroyo, nos transporta y evoca a zonas de manglares caribeños, donde la arboleda y la vegetación parece envolver las aguas, formando túneles verdes climatizados, que se reflejan entre ambas orillas, difuminadas y cubiertas de juncos, trepadoras, hierbas, raíces y todo tipo de plantas, que acarician y se zambullen al paso de la corriente del arroyo.

Lythrum salicaria



Parrón (vitis vinífera)

Parrón (vitis vinífera)













Como decía nuestro emérito en sus mensajes navideños, a nosotros también nos llena de orgullo y satisfacción, el poder compartir y descubrir estos enclaves, que, aunque reducidos en tamaño, experimentan gigantes sensaciones, y nos animan a seguir en nuestra empresa de ayudar, conservar y cuidar el medio ambiente, mostrando estas maravillas y parajes vegetales, para concienciar sobre la importancia de su preservación. 

 


Seguimos hacia el puente en construcción, y enumeramos otras especies, como el conocido Foeniculum vulgare (Hinojo), que en temporada es hábitat de riquísimos caracoles. También densos racimos de Senecio jacobea, cuyas hermafroditas cabezuelas están rodeadas de amarillos floretes.

 

Senecio jacobea,

Foeniculum vulgare (Hinojo)





















Una vez bajo el puente, y para acelerar el recorrido de vuelta, ascendimos por uno de los taludes laterales, y nos dirigimos a la zona de aparcamiento, para desplazarnos con el vehículo a otra parte del pinar, concretamente al Sendero del Pinar Área recreativa. Allí hicimos un rengue en una de las mesas, brindando con vino de Jerez, antes de perdernos entre la masa arbórea. Seguimos las indicaciones de nuestro profesor, pues aquello se abría en varias direcciones, y fuimos avanzando sobre el camino rojizo, cubierto de hojarasca, a cuyos lados destacaban los depilados troncos de los Quercus suber, que semejaban a los antiguos pisadores de uva, con pantalones cortos o remangados hasta las rodillas. Esos alcornoques, parecían estar flotando sobre un denso mar de helechos (Pteridium aquilinum), que en esta época del año combinaban su colorido con tonos verdes, amarillos y ocres, en continuo movimiento por efecto de los rayos solares y el viento. En esta zona, hay también quejigos, aunque el árbol predominante es el Pinus pinea, cuyas múltiples raíces se mueven a su antojo, cruzando los senderos y quedando al descubierto en los terrenos más erosionados. Nos cruzamos con recolectores de piñas, que habían subido a alturas increíbles, dejando caer las piñas para luego recogerlas.

 

Pino piñonero (Pinus pinea)







Alcornoque (Quercus suber)











El sendero nos llevó a toparnos nuevamente con el Arroyo, provocando un cambio paisajístico similar al de la primera parte del recorrido matutino. El agua era escasa, aunque el poco caudal no dejaba de reportar el encanto de los reflejos de la arboleda combinado con el azul del cielo, delimitado por húmedas orillas cubiertas de hojas, ramas caídas, raíces, o plantas trepadoras, que se deslizaban hasta la superficie, desde las altas ramas de los árboles de ribera.

 


















Dejando a un lado el arroyo, seguimos por el sendero y alcanzamos el vallado de una finca junto al camino, tipo granja, donde había dependencias para diversos animales, sobre todo caballos. Se acercaba la hora del almuerzo, y regresamos al punto de inicio, pasando nuevamente por los recolectores de piñas, que ya tenían varios sacos llenos. Destacamos el colorido de la Scilla autumnalis, con flores de 6 pétalos color violeta, y las anteras de los estambres más oscuras.

 

Scilla autumnalis,

Scilla autumnalis,

Almorzamos en el mismo merendero del rengue, cerca de las tres de la tarde, y tras descansar un rato volvimos a cambiar de tercio, poniendo rumbo al Sendero de Tajo del Pajarraco. La entrada, a través de una puerta de madera algo estrecha y alto escalón de alzada, nos dio paso a este nuevo sendero, también con predominio de Pinus pinea, aunque con ejemplares tanto de pinos piñoneros, como de alcornoques, con unas dimensiones extraordinarias, que daban a entender la cantidad de años de antigüedad que soportaban sus troncos y raíces. 

















A un lado, un grupo de plantas de Solanum linnaeanum, venenosa y considerada invasora en algunos países, donde se apreciaban la mayoría de sus frutos secos (tomatitos del diablo) y algunos nuevos. La aridez del verano continuaba en el otoño, y el terreno estaba muy seco con la vegetación mermada por la falta de lluvias, donde el verde era prácticamente exclusivo de la arboleda, las coscojas, palmitos y lentiscos, entre otros.

 

Solanum linnaeanum
tomatitos del diablo



























Avanzamos por el amplio camino, muy erosionado, y con abundantes acículas de los pinares. Grandes ejemplares de Quercus suber  nos servían de pantalla de photocall para posar junto a ellos, así como algunos Pinus pinea que destacaban en altura, o en el ancho de su tronco. Una gran piedra plana, rodeada de alcornoques, simulaba a la mesa redonda y los caballeros del Rey Arturo, que, con su posición, parece caída del cielo y ha quedado encajada entre la base de los troncos. 







Algún colorido aislado lo ponía la Iberis ciliata subsp contracta, con sus curiosos pétalos violetas y blancos, asomando entre los espinosos bordes de las hojas de la Quercus coccifera. También las drupas rojas de los Pistacia lentiscus, marcaban y formaban pequeños racimos repartidos entre las hojas y ramas de estos arbustos, que a veces formaban amplios conjuntos unidos entre ellos como una gran familia. 

Iberis ciliata subsp contracta












Lentisco (Pistacia lentiscus)












Otro arbusto característico de esta zona es el Ulex borgiae, con sus amarillos estandartes protegidos por espinosas ramas. 

Ulex borgiae

El sendero nos llevó hasta una zona donde se habían encontrado fósiles marinos, que formaba un gran talud vertical, con piedras y algunos árboles y arbustos casi colgados en el aire, que no aconsejaban acercarse, pues había riesgo de desprendimiento. Nos limitamos a tomar fotos del lugar y dimos por concluido el itinerario. En el regreso, descubrimos entre los pinos una cabaña india construida con ramas, que dio un toque divertido al entorno y al mismo tiempo nos hizo sentirnos miembros de una tribu Sioux, sin la ropa adecuada. 

 


Seguimos inmortalizando nuestro paseo, adosando nuestro cuerpo a los desnudos y variados troncos de los alcornoques, así como a los de los pinos piñoneros, intentando dejar grabado un bonito recuerdo de nuestro transitar por este paraje, donde estos árboles con decenas de años se mantienen vivos y crecen hasta lo más alto, cuando se les deja desarrollarse en un espacio libre y alejados de la temible sierra de los podadores. 

 



















Un último apunte antes de terminar, con otra planta de flores peculiares, de tonos violetas o rosados, con manchas blancas en el labio inferior, tratándose de la Clinopodium nepeta. 

 

Clinopodium nepeta.

Regresamos por este combinado sendero de arena rojiza y amarilla, donde se mezclaban los espacios abiertos, con tramos de espesa arboleda formando acortados y frescos túneles. 

Sedum sediforme



 

















La vuelta la hicimos por San Roque, con destino Jerez.