La crónica de esta visita escrita por Joaquín Caro, se publica a continuación.
Estamos a 4
de Abril de 2019, y aprovechando unos días de ocio por Madrid, nos hemos
desplazado hasta el Real Jardín Botánico, para hacer una visita cultural y
botánica, cubriendo así uno de los objetivos de nuestra Asociación.
La extensión
de este Jardín, así como la gran variedad de especies que alberga, necesitaría
de muchas horas para recorrerlo detenidamente, y poder visualizar, asimilar y
ampliar, tanta arboleda, plantas y flores que se concentran en este espacio
verde.
Sobre las
once de la mañana, comenzamos la visita por la Puerta de Murillo, a través del
Paseo de Quer, que separa cuatro cuadrantes de Ornamentales. Aquí tenemos un
árbol singular, un Granado (Punico granatum). Giramos a la
izquierda, y dejamos estos cuadrantes para el final del recorrido. Ante la
imposibilidad de pasear por todas las subdivisiones, pues habíamos
calculado un par de horas de visita, nos fuimos deteniendo sobre todo, en
árboles y arbustos en flor, o de gran porte, así como lo atractivo del colorido
floral.
Como
ejemplos, un gran Castaño de Indias rojo,
una Photinia y
una
Staphylea x elegans con sus flores blancas.
Cruzamos el Paseo
alto de Gómez Ortega, donde hay ubicadas 4
estatuas de ilustres botánicos
españoles: Joseph Quer y Martínez (1695-1764), Antonio José Cavanilles y
Palop (1745-1804), Mariano Lagasca (1776-1839) y Simón Rojas Clemente y
Rubio (1777-1827). Entre las dos primeras, otro árbol singular que ha sufrido
una dura batalla contra la grafiosis, el Olmo (Ulmus minor), a
quien llaman "El pantalones", por la forma de su tronco. Su
altura es de 30 metros con 225 años de edad.
Avanzábamos,
entre cuadrados y rectángulos, en los que estratégicamente había colocados
árboles vistosos, que obligaban a
recrear la vista, pues resaltaban sobre el
fondo general de verde. En esta época, estaban en abundante floración los Arboles
del amor (Cercis siliquastrum), así como variedades de Prunus,
Esta combinación de tonos rosados y blancos, de una y otra especie, iluminaban
los paseos y las esquinas de estas terrazas cuadradas, que se iban cubriendo de
alfombras de pétalos.
Continuamos
por la parte izquierda de los jardines, y los colores de algunas plantas se
insinuaban desde lejos. El rojo de la Euphorbia
griffithii junto
a un grupo de Narcissus "geranium" blancos y amarillos,
el violeta de la Lunaria annua, o el morado del Iris
germánica.
A la
izquierda de la Terraza de las Escuelas Botánicas, hay una Zona donde se
exhiben las plantas en tiesto, y a continuación está el Invernadero de Santiago
Castroviejo.
Estos dos apartados no llegamos a visitarlos, pues aún nos
faltaban más de las 3/4 partes del Jardín. Entre parterres y laterales del recorrido,
algunas otras plantas curiosas, como la Iberis semperflorens, de
color blanco, con 4 pétalos (2 grandes y 2 pequeños), que van formando grupos
más grandes al unirse como paracaidistas en caída libre.
Las pequeñas flores
rosadas del Erodium paularense, los azulados pétalos de la Brunnera
macrophylla, o el combinado blanco y azulado de los Iris white
wedgewood, asomando sus lengüetas amarillas entre los erizados pétalos,
que me recuerdan las pequeñas naves de la primera saga de Star War.
Pasamos
a la Terraza del Plano de la Flor, que tiene algunas divisiones y
glorietas. A la izquierda, la 1ª Glorieta de los Tilos, presidida por
otro árbol singular, un Cupressus sempervirens, de los cuales ya
habíamos visto algunos en su variedad piramidal. Como no podía faltar, en la
glorieta de su nombre, un ejemplar singular de Tilo (Tilia
platyphyllos), rodeado de otras especies. Entre esta glorieta y la
Plazoleta de los Castaños de Indias, un nuevo árbol singular que no florece
en esta época, y que debe ser un espectáculo de colorido: el Arbol del
hierro (Parrotia persica).
Los castaños sí estaban en
floración, siendo algunos ejemplares muy vistosos, tanto los de flores rojas,
como los blancos.
Ejemplar de largas ramas, con flores blancas en forma de
pompones, la Staphylea x elegans, destacaba entre la arboleda.
En
el centro de la Terraza, el Estanque de Linneo, con una Palmera
canaria singular (Phoenix canariensis), situada en el vértice
ovalado frente al Pabellón Villanueva. A la derecha del estanque, la
Plazoleta de los Plátanos, terminando en la esquina inferior derecha del
trapecio que forma la Terraza, la 2ª Glorieta de los Tilos. Esta Terraza
está bordeada por una colección de Vides en ambos laterales. Volvimos a la
Terraza anterior, y en la esquina superior, un apartado triangular contenía
variedades de helechos, refrescados por un pequeño riachuelo.
Avanzamos
por el Paseo de Mutis, desde donde podemos divisar otros árboles
singulares a ambos lados. A la izquierda un Ginkgo biloba y un
Pino carrasco, más adelante un Plátano de sombra y un Haya roja
(Fagus sylvatica) junto al estanque.
Colindando
con una Tilia cordate, la Pieris formosa, de hojas
nuevas brillantes, que se ponen rojas en primavera y luego pasan a verdes. Sus
flores cuelgan en racimos blancos, formando un vistoso panel junto al camino. A
sus pies unos pequeños ramilletes amarillos de Prímula veris, que
suelen variar entre 10 y 30 flores. En el penúltimo cuadrante superior, zona
de Rosidaes, un extraordinario ejemplar singular de Olmo del cáucaso
(Zelkova carpinifolia), con una altura de 30 m. y edad estimada
de 180 años.
Al final del paseo, junto al invernadero, una cascada de Wisterias.
Parterres cubiertos de Arces japónicos, de tonos verdes claros y
oscuros, salpicados de variedades rojizas.
Los Cercis
continuaban desplegando su colorido rosado por los paseos, los Prunos
su manto blanco, y cual paleta de pintor, otras variedades de flores y plantas,
de las cuales enumeramos grupos de Osteospermum ecklonis, de
color púrpura, la Bergenia stracheyi, de pétalos blancos y
sépalos rosados, o los paneles amarillos de la Kerria japonica.
Por el
Paseo Lagasca, nuevos árboles singulares: Secuoya,
Cedro del himalaya y
un Roble, antes de cruzarnos con la Estatua de Carlos III, en el Paseo de
su mismo nombre. De lejos, destacaban las secciones de los tulipanes, pero
antes debíamos pasar revista a una especie, que nos traía gratos recuerdos en
una de nuestras excursiones:
Los rododendros. Aquí teníamos para
despacharnos a gusto, pues era su época de floración y había pluralidad de
tonalidades. Vamos a ir identificando las distintas variedades con su color.
Yedoense
(rosa púrpura), Cosmopolitan (rosado), Amoenum (rosa), Macrophyllum (rojo),
Kaempferi (rojo bermellón), Japonicum (rosa fucsia), Augustinii (violeta), Blue
danube (azul y rosado). En un parterre cercano, se acentuaban las flores blancas de un Cerezo
japonés.
Dentro del Jardín
Etnobotánico, un ejemplar de Tejo (Taxus baccata), y
junto a La Puerta del Rey, los 2 últimos árboles singulares: Almez
(Celtis australis), y un Pino llorón del himalaya (Pinus
wallichiana).
Ya estábamos en el último tramo del recorrido, en los cuadrantes Ornamentales,
los cuales están junto a la entrada del Jardín, y los habíamos dejado para el
final. Aquí las estrellas eran los Tulipanes, distribuidos por colores
entre los parterres rectangulares, agrupados por gradas, como el público en los
conciertos multitudinarios. Rojos, Rosados, Blancos, Amarillos, Naranjas y
combinaciones entre ellos, formaban las distintas divisiones, que eran
recorridas por los visitantes de los jardines en aquella zona.
Seguidamente,
reanudamos el final de etapa con las Camelias
y las Peonías, vigilados
por las verdes capas de hojas, que cubrían las ramas de un Arce japonés.
No
había mucha variedad de camelias, predominando la Williamsii, de
color blanco-rosado, y la Japonica, de color rojo, cuyos pétalos
imitaban los bajos de los volantes de los trajes de faralaes. Las peonías eran
de la variedad suffruticosa.
Antes de abandonar los jardines,
recabamos la atención de uno de los jardineros, para preguntar el nombre de una
planta que había visto en muchas ocasiones por jardines ingleses, y aquí tenían
un ejemplar, pero sin placa identificativa. Fuimos a verla, pero no sabía
identificarla con exactitud. Entre sus explicaciones y nuestros programas de
búsqueda, conseguimos localizarla como una variedad de Mahonia, sin
definir, pues en esta época no tenía floración.
Para
completar esta resumida visita, vamos a enumerar y situar los árboles y
plantas, que tienen la floración en este mes de Abril, dentro de estos
jardines.
Arbol del
amor
(distribuido por diferentes paseos en las 3 Terrazas)
Viburnum
opulus (Terr. de
las Escuelas Botánicas [TEB])
Lilo
(Syringa vulgaris) (Terr. del Plano de la Flor [TPF]
Tulipanes (Terraza de los Cuadros [TC])
Rosal
trepador (TC
-Rosaleda)
Rhododendron
(TC)
Peonías (TC)
Lirios (TC -Ornamentales)
Glicinia (TPF - Paseo Mutis)
Aquí
terminamos estas poco más de dos horas de disfrute en vivo de la naturaleza,
donde hemos podido incrementar nuestra cultura botánica, y aumentar nuestro
amor por la naturaleza, que tanto nos enseña y tantos misterios encierra.
Hasta
pronto.
Si quieres visitar la galería completa de fotos, pincha en la siguiente:
una Photinia y una
Staphylea x elegans con sus flores blancas.
Cruzamos el Paseo alto de Gómez Ortega, donde hay ubicadas 4
estatuas de ilustres botánicos españoles: Joseph Quer y Martínez (1695-1764), Antonio José Cavanilles y Palop (1745-1804), Mariano Lagasca (1776-1839) y Simón Rojas Clemente y Rubio (1777-1827). Entre las dos primeras, otro árbol singular que ha sufrido una dura batalla contra la grafiosis, el Olmo (Ulmus minor), a quien llaman "El pantalones", por la forma de su tronco. Su altura es de 30 metros con 225 años de edad.
Avanzábamos, entre cuadrados y rectángulos, en los que estratégicamente había colocados árboles vistosos, que obligaban a
recrear la vista, pues resaltaban sobre el fondo general de verde. En esta época, estaban en abundante floración los Arboles del amor (Cercis siliquastrum), así como variedades de Prunus,
Esta combinación de tonos rosados y blancos, de una y otra especie, iluminaban los paseos y las esquinas de estas terrazas cuadradas, que se iban cubriendo de alfombras de pétalos.
Continuamos por la parte izquierda de los jardines, y los colores de algunas plantas se insinuaban desde lejos. El rojo de la Euphorbia
Las pequeñas flores rosadas del Erodium paularense, los azulados pétalos de la Brunnera macrophylla, o el combinado blanco y azulado de los Iris white wedgewood, asomando sus lengüetas amarillas entre los erizados pétalos, que me recuerdan las pequeñas naves de la primera saga de Star War.
Los castaños sí estaban en floración, siendo algunos ejemplares muy vistosos, tanto los de flores rojas, como los blancos.
Ejemplar de largas ramas, con flores blancas en forma de pompones, la Staphylea x elegans, destacaba entre la arboleda.
En el centro de la Terraza, el Estanque de Linneo, con una Palmera canaria singular (Phoenix canariensis), situada en el vértice ovalado frente al Pabellón Villanueva. A la derecha del estanque, la Plazoleta de los Plátanos, terminando en la esquina inferior derecha del trapecio que forma la Terraza, la 2ª Glorieta de los Tilos. Esta Terraza está bordeada por una colección de Vides en ambos laterales. Volvimos a la Terraza anterior, y en la esquina superior, un apartado triangular contenía variedades de helechos, refrescados por un pequeño riachuelo.
Al final del paseo, junto al invernadero, una cascada de Wisterias. Parterres cubiertos de Arces japónicos, de tonos verdes claros y oscuros, salpicados de variedades rojizas.
Los Cercis continuaban desplegando su colorido rosado por los paseos, los Prunos su manto blanco, y cual paleta de pintor, otras variedades de flores y plantas, de las cuales enumeramos grupos de Osteospermum ecklonis, de color púrpura, la Bergenia stracheyi, de pétalos blancos y sépalos rosados, o los paneles amarillos de la Kerria japonica.
Cedro del himalaya y un Roble, antes de cruzarnos con la Estatua de Carlos III, en el Paseo de su mismo nombre. De lejos, destacaban las secciones de los tulipanes, pero antes debíamos pasar revista a una especie, que nos traía gratos recuerdos en una de nuestras excursiones:
Los rododendros. Aquí teníamos para despacharnos a gusto, pues era su época de floración y había pluralidad de tonalidades. Vamos a ir identificando las distintas variedades con su color.
Yedoense (rosa púrpura), Cosmopolitan (rosado), Amoenum (rosa), Macrophyllum (rojo), Kaempferi (rojo bermellón), Japonicum (rosa fucsia), Augustinii (violeta), Blue danube (azul y rosado). En un parterre cercano, se acentuaban las flores blancas de un Cerezo japonés.
Ya estábamos en el último tramo del recorrido, en los cuadrantes Ornamentales, los cuales están junto a la entrada del Jardín, y los habíamos dejado para el final. Aquí las estrellas eran los Tulipanes, distribuidos por colores entre los parterres rectangulares, agrupados por gradas, como el público en los conciertos multitudinarios. Rojos, Rosados, Blancos, Amarillos, Naranjas y combinaciones entre ellos, formaban las distintas divisiones, que eran recorridas por los visitantes de los jardines en aquella zona.
Seguidamente, reanudamos el final de etapa con las Camelias
y las Peonías, vigilados por las verdes capas de hojas, que cubrían las ramas de un Arce japonés.
No había mucha variedad de camelias, predominando la Williamsii, de color blanco-rosado, y la Japonica, de color rojo, cuyos pétalos imitaban los bajos de los volantes de los trajes de faralaes. Las peonías eran de la variedad suffruticosa.
Si quieres visitar la galería completa de fotos, pincha en la siguiente:
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