Tras algunas semanas de ausencia,
añorando nuestros habituales contactos con la naturaleza, motivados por la
pandemia y las inclemencias del tiempo, en el mes de Febrero hemos efectuado
una escapada mañanera a la Laguna de Medina. Ya echábamos de menos el respirar aire puro, aunque filtrado con
mascarillas, y poder pasear un rato por los alrededores de Jerez.
Nos desplazamos 4 componentes de la Asociación al mencionado lugar, y comenzamos el recorrido.
Echando una rápida ojeada al cartel
de anuncio del sendero, cruzamos la cancela de entrada, coincidiendo con un
grupo de ciclistas, y anduvimos el centenar de metros que nos separaban del
inicio de la pasarela de madera.
Este primer trayecto, estaba
flanqueado en ambos márgenes, por pináceas, acebuches, lentiscos y coscojas, estando
los extremos del camino, cubiertos de verde hierba, fruto de las abundantes
lluvias invernales. Más adelante, comentaremos algunas especies que frecuentan
estos espacios, asentados en los límites del terreno.
Acebuche |
Coscoja |
La vegetación de estos senderos,
junto a una laguna, como bien conocerán los frecuentes visitantes, está
concentrada en distintas especies, según la mayor o menor proximidad al agua.
Vamos a ir avanzando, y las iremos nombrando conforme nos las vayamos encontrando.
Al comienzo de la pasarela, un
cartel con la historia de la Laguna, donde aparecen las fotos de algunas
especies de aves que transitan por estas aguas, como el Porrón pardo, la Cuchara
común, los Ánades rabudo, friso y azulón, el Pato
Colorado, la Focha común, la Focha
cornuda o la Malvasía cabeciblanca.
A la izquierda de la pasarela, va paralelo el camino para peatones o ciclistas, y a la derecha, se mezcla la diversa vegetación seca, entre la que sobresalen los espinosos tallos de los Cardos, con los nuevos brotes verdes, que poco a poco irán cambiando los colores ocres por los primaverales.
Cerca de la pasarela, destaca un grupo de Narcissus papyraceus, con sus pétalos blancos estrellados, resaltando las amarillas anteras de los estambres. Esta variedad es característica, por el mal olor que desprenden sus flores.
Narcissus papyraceus |
Unos pasos más adelante, también nos llamó la atención entre secas eneas, conjuntos de hojas pecioladas, color verde oscuro, de las que sobresalían flores con 10 ó 12 pétalos, de un amarillo brillante. Estamos hablando de la Ranunculus ficaria, que la vimos en 2 ó 3 ocasiones, al principio del recorrido.
Ranunculus ficaria |
Continuamos avanzando, sin ver aún la Laguna, pero sí la vegetación más alejada de ella, que la componían paneles de tarajes con tonos pardo rojizos, que poco a poco se iban acercando al sendero.
Las negras aceitunas iban salpicando
las ramas de los acebuches, que mezclados con los lentiscos, servían de soporte
y base para las plantas trepadoras, como la Clematis cirrhosa, semejantes a pequeñas escobillas
blancas y plumosas que se van repartiendo entre las ramas y hojas, decorando de
alguna forma la arboleda lateral del sendero.
Clematis cirrhosa |
Pronto íbamos a divisar las tranquilas y azuladas aguas de la Laguna, precedidas de la vegetación palustre, que desde la más cercana al agua a la más alejada, la componían carrizos, juncos, castañuelas y eneas. Este tipo de vegetación, tiene la doble función de atraer a distintas especies de aves, así como a los insectos, que a la postre, servirán de alimento a esa fauna avícola.
Los rayos solares de esta espléndida
mañana, se filtraban a través de las hojas de los lentiscos, formando un
combinado multicolor de rojos, verdes y amarillos, en algunas de sus ramas más
extremas. Algunas hojas de calabaza, asomaban entre los arbustos, y tras media
hora de predominio sobre las tablas de madera, un par de pinos nos anunciaban
el final de la pasarela, y el contacto nuevamente con el duro suelo, a veces
con zonas de barro.
Lentisco |
Calabaza |
A la derecha, una plantación de
pequeños olivos, por cuyos carriles aparecían las huellas de las ruedas de los
tractores, cubiertas del agua de las últimas lluvias.
Esta zona del sendero, la cubrían palmitos,
jaras y lentiscos, así como diferente vegetación en los bordes,
apareciendo algún gamón (Asphodelus
albus) aislado, todavía incipiente.
gamón (Asphodelus albus) |
gamón (Asphodelus albus) |
La arboleda se iba espesando, y en
pocos metros se unían las copas de ambos extremos, formando una cueva vegetal
de las especies aludidas, a las que se sumaban algunos algarrobos, dotando
al sendero de un aliciente adicional de figuras semicirculares, con distintas
tonalidades de verde.
Muy abundante la Urtica membranacea, en ambos
laterales, entre las que crecen otras especies como el Arisarum simorrhinum, cuyas
espatas rayadas, blancas y pardas, aún no asomaban entre las hojas sagitadas,
como las del Arum italicum, que
tampoco tenía sus inflorescencias rojas; el Marrubium vulgare, con sus hojas averrugadas, también está
bastante esparcido, ahora con el fruto seco en forma de pelotitas
encadenadas Algunas variedades de perejil silvestre, y nuevos brotes de cardos
repartidos entre la abundante hierba.
Urtica membranacea |
Arisarum simorrhinum y Arum italicum |
Marrubium vulgare |
En primavera, todo esto cambiará, y estos tallos verdes cubiertos de hojas, irán floreciendo, como los Phlomis purpurea, o los labiérnagos, ya con pequeños brotes.
Phlomis purpurea |
labiérnagos |
Unos minutos más tarde, doblamos a la izquierda y llegamos al mirador de aves, que estaba ocupado por un fotógrafo, que con su gran objetivo, estaba atento al movimiento de los flamencos, que casi monopolizaban la Laguna, paseando de un lado a otro, ocultando bajo las aguas su largo cuello y el pico rosado, en busca de alimento. Este deambular zancudo de un lado a otro, se veía interrumpido de vez en cuando, por algún sobrevuelo de otras aves, o por el despegue y aterrizaje de los propios flamencos, que al desplegar las alas, formaban un combinado tricolor de blanco, negro y rosado, que ponían en movimiento los atentos objetivos de las cámaras.
Aquí se congregan
muchas especies acuáticas, y fue declarada Reserva Natural en 1987. Un par
de años más tarde, pasó a ser humedal de importancia internacional acogido al
convenio Ramsar, y zona de especial protección para las aves por la Unión
Europea.
Destacan en número la focha común, malvasía, flamenco común y la cerceta pardilla. Entre otras aves, también la frecuentan el somormujo lavanco, la gallineta común, la cigüeña blanca, la espátula común, el ánade silbón, y el porrón moñudo.
Abandonamos el mirador y seguimos
por el sendero, que seguía formando dibujos geométricos en la unión de las
copas de la arboleda, cuyos troncos crecían en ambos laterales.
Tras un corto trecho, el camino que
bordeaba la Laguna era inaccesible, y regresamos hacia el punto de partida. Nos
cruzamos con algunos senderistas y visitantes de la Laguna, entre los que había
una pareja que llevaba un magnífico Airedale
terrier, de grandes proporciones, que provocó un rato de charla con
sus dueños, movidos por la belleza del animal.
Tras una foto con el perro,
continuamos nuestro camino, esta vez con menos paradas, aunque siempre se pasa
algún detalle, que a la vuelta, y con distinta perspectiva, no pasa
desapercibido. Así ocurrió con un gran arbusto de Salvia rosmarinus, cuyo nombre popular es romero, que con sus verdes tallos de hojas
estriadas, cubiertos de bilabiadas flores azul violeta, estaban siendo
invadidos por una buena cantidad de abejas, atraídas por el olor y sabor de
esta aromática planta.
Salvia rosmarinus |
Salvia rosmarinus |
Vimos algún grupo más de Ranunculus ficaria, y unos tímidos
tallos con flores amarillas de Senecio
angulatus, antes de llegar a la cancela de entrada.
Senecio angulatus |
Lentisco |
Pasamos por delante de la Casa forestal, y subimos un poco hasta el Observatorio de la Malvasía, donde pudimos obtener una vista completa de la Laguna de Medina, completando el reportaje fotográfico desde esa posición, y divisando al fondo un grupo numeroso de aves de plumaje blanco, en animada reunión avícola saliendo y entrando del agua, jugueteando en esta Reserva Natural, que hoy estaba ocupada por bastantes especies.
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