Desde este bonito y único rincón se quiere divulgar al mundo entero que Jerez además del patrimonio multi-cultural , turístico ó festivo conocido por casi todos, tiene un patrimonio arbóreo por desgracia desconocido para la mayoría de los ciudadanos de nuestra ciudad.
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domingo, 18 de julio de 2021

DE LA ALBARIZUELA AL EJIDO (PARTE 2ª)

 

EL EJIDO, DESDE LA ESTACIÓN DE TRENES HASTA LAS ANGUSTIAS.

 

Ejido es un campo común, un espacio abierto y lindante con un pueblo y donde suelen reunirse los ganados y El Ejido jerezano era y es la extensa zona que comprende desde la plaza de las Angustias hasta la actual estación de trenes, es decir el entorno entre las calles Porvenir, por un lado y las calles Medina y Cartuja por el otro.

 

A Mediados del siglo XIX este espacio era un erial, pero la construcción en 1854 de la primitiva estación de tren del Trocadero en este espacio, que revolucionó los envíos de botas de vinos jerezanos para que volaran en un santiamén a las islas británicas, puso de moda a esta zona , que se llenó enseguida de gigantescas naves bodegueras, al igual que ocurrió en el barrio de la Albarizuela, que ya hemos visitado y comentado recientemente.

 

Antes de esa época de revolución industrial jerezana existían por allí un par de bodegas aisladas y estaban “La Hoyanca” y “La Plazuela”, dos buenos barrios habitados por gitanos. Se había edificado dos ermitas, las de “San Telmo”, donde se reunían los barqueros que faenaban en los ramales del Guadalete que  rodeaban a casi todo Jerez y la del "Cristo de la Yedra", donde se veneraban a sus imágenes titulares del Cristo de la Expiración y la Esperanza de la Yedra. Y por último dos conventos de monjas, el de “Madre de Dios” y el de “Las Esclavas” y dos templos relativamente modernos “San Juan Bautista de Los Descalzos” y “Las Angustias”, pero lo demás, era hasta entonces, un descampado.

 

Espadaña del convento de Madre de Dios con árbol de júpiter a la izquierda y limpiatubos a la derecha

Plaza de Madre de Dios

Lagunarias en calle Porvenir



Limpiatubos (Callistemon viminalis)

Busto del cantaor Manuel Torres en la plaza Madre de Dios

Convento de Madre de Dios




Monumento de Manuela Mendez "La chaty"

Arbol de júpiter (Lagerstroemia indica) en floracion, calle Porvenir



Erythrina en floracion, calle Porvenir




Más tarde y al fondo de la calle Porvenir se estableció después la “Estación de Pequeñas”, pero desde mediados del XIX todo lo demás eran bodegas tan hermosas como la de Diez& Hnos., frente por frente de la fachada de la estación. Un edificio enorme y dotado de unas oficinas que eran la primera imagen de gran ciudad que veían los viajeros que llegaban “como churros” por ese enclave vital de nuestra ciudad. Una visión que hoy, desgraciadamente, es de total abandono al salir de un apeadero de trenes que mueve más de dos millones de viajeros al año. 

 

El Sagrado Corazón que preside la fachada de las antiguas bodegas Diez Hnos.

Edificio de las antiguas oficinas de las bodegas Diez Hnos., hoy destinado a convertirse en centro de salud














Una bodega que ocupaba parte de las calles Ferrocarril, Méndez Núñez y Madre de Dios, llegando prácticamente hasta las Puertas del Sol y que originariamente  se hallaba llena de patios y jardines interiores cubiertos de parras y de hermosos árboles entre los que destacaba un excelente ejemplar de Ceiba que aún se conserva en su recinto interior y que deberemos tratar de evitar que se tale cuando el edificio sea convertido,  "en breve", en un nuevo centro de salud. 

 

En este espacio existieron otras muchas bodegas, como la de los Ventura Misa y la que fue propiedad durante muchos años de Doña Pilar Aranda, la primera mujer bodeguera de Jerez y actualmente de Alvaro Domecq, que posee los suelos empedrados mejor de toda la ciudad, con permiso de los de “El Molino”, de bodegas Fundador. 

 


También radicaban en El Ejido las bodegas de Espinosa de los Monteros, en las Puertas del Sol, frente por frente a la de La Serrana, que perteneció al Marqués de Torresoto primero y más tarde a Alvaro Pérez-Luna.

 

Pero en el centro de todo este enjambre empresarial estaba la primitiva estación de Ferrocarriles, que a finales de los años 20 del siglo pasado fue reemplazada por el colosal edificio actual, atribuido al afamado arquitecto Aníbal González que diseñó una lucida fachada de ladrillo visto al más puro estilo historicista o neomudéjar andaluz, donde destacaban sus esbeltas cinco torres coronadas originariamente con tejas vidriadas de color verde y la espectacular cubierta de metal y cristal de sus andenes, decorados además con azulejos trianeros de Mensaque de singular belleza. Uno de los edificios ferroviarios más imponentes y extraordinarios de España.

 
















En la cercana calle Cartuja, que estuvo cubierta hasta hace unos 20 años por inmensos plátanos de sombra o paseo ( Platanus hispánica) y de la que aún se conservan una buena parte en las calles de  Medina y Porvenir, se encontraba la enorme bodega de Herederos de Argüeso. Originarios de Sanlúcar, la familia bodeguera decidió a principios de 1940 invertir en la ciudad de Jerez, habida cuenta de la fortaleza que estaba experimentando el consumo de los vinos finos por toda España, y trasladaron a nuestra ciudad a: ¡gran parte de sus existencias de manzanilla!

 

Por iniciativa de su enólogo, gran amante de los árboles y de las plantas en general, los vinateros sanluqueños construyeron un primoroso jardín con formas renacentistas en un patio interior situado al fondo de la nave bodeguera, al que se accedía después de atravesar sus majestuosos arcos entrelazados. Abundaban en el mismo alargados cipreses italianos y tuyas piramidales que se alternaban con elegantes setos de bojs que formaban cuarteles rellenos de agapantus,  azucenas y gladiolos blancos, que floreaban todos juntos en mayo recreando el ambiente y generando un aroma aplastante y casi abrumador.

 

Frente a esta bodega y durante la segunda mitad del siglo XX existió un bar llamado El Canuto que curiosamente estaba rodeado de arboles jaboneros de las Indias ( Sapindus saponaria), los únicos ejemplares que había en Jerez. Debido a unas obras realizadas en esta zona fueron trasplantados al Zoobotánico y al parque de santa Teresa, donde afortunadamente pueden aún contemplarse. 

 

Muy cerca de allí, en la calle Medina, se hallaba otra hermosa bodega, Palomino y Vergara, actualmente llamada “Del dios Baco”, extraña y seguramente debido a una pequeña escultura en piedra del dios romano del vino, que puede contemplarse en el ápice de su cornisa de su nave principal.

Antigua bodega de Palomino & Vergara, hoy Bodegas Dios Baco

Figura del dios Baco presidiendo la bodega


Justo delante de la bodega una alineación de naranjos amargos


 















Iglesia de Los Descalzos en la calle Medina


Platanos de paseo (Platanus x acerifolia) de la calle Medina













Plátanos de paseo en la calle Medina


Esta ilustre sociedad vinatera del Tío Mateo poseía una de las instalaciones más completas de la ciudad, incluyendo también un jardín del que aún se conservan algunos ejemplares en la hoy denominada Plaza de la Amargura, tales como dos pinos carrasco (Pinus halepensis) y un suculento ciprés horizontal (Cupresus sempervirens var. horizontalis) que se alternan con plantaciones recientes de plataneras canarias enanas (Musa acuminata d.c.), aves del paraiso (Strelitzia nicolai), jacarandaes (Jacaranda mimosifolia) y árboles del fuego (Grevillea robusta).

 

Panorámica de las antiguas bodegas Palomino & Vergara dónde se puede apreciar el espacio que hoy ocupa la Plaza Virgen de la Amargura

plataneras canarias enanas (Musa acuminata d.c.)

ciprés horizontal (Cupresus sempervirens var. horizontalis)

jacarandaes (Jacaranda mimosifolia)

jacarandaes (Jacaranda mimosifolia)

jacarandaes (Jacaranda mimosifolia)

pinos carrasco (Pinus halepensis)



plataneras canarias enanas (Musa acuminata d.c.)



aves del paraiso (Strelitzia nicolai)

árbol del fuego (Grevillea robusta)











Siguiendo nuestra caminata por Calle Medina, nos encontramos con otras de las bodegas singulares como la “Bodega del Cuadro”, actualmente de la compañía Diez-Mérito. Esta bodega edificada en 1819, treinta y cinco años antes de la creación del tren del Trocadero, es una de la más antiguas de la ciudad, aunque posterior a la anexa que la misma firma posee en la calle Porvenir, la Bodega Bertemati, levantada nada mas y nada menos que en 1790. 

 


Bodega El Cuadro



















En su entrada principal por la calle Diego Fernández Herrera y tras una elegante portada de estilo neoclásico y rejas de hierro forjado, se esconde un coqueto jardín repleto de naranjos amargos (Citrus aurantium) y hermosos parterres de arrayanes ( Myrtus communis ) rellenos de rosales, agaves y otras diversas plantas cactáceas.

 
















Terminamos nuestra ruta por El Ejido en la Plaza de Las Angustias, seguramente uno de los lugares más interesantes por su variedad botánica de  toda la ciudad. Encontramos en la misma desde una alineación de pimenteros brasileños (Schinus terebinthifolius) que durante el invierno llenan sus copas de preciosos racimos de semillas rojas, un ejemplar singular de dombeya de otoño (Dombeya tiliácea) de espectacular floración de ramilletes blancos y colgantes y una palmera azulada de Bismarck (Bismarckia nobilis), de excelente porte.

 

Azulejo de la Virgen de Las Angustias


Iglesia de Las Angustias



pimenteros brasileños (Schinus terebinthifolius)

pimenteros brasileños (Schinus terebinthifolius)

pimenteros brasileños (Schinus terebinthifolius)









dombeya de otoño (Dombeya tiliácea)

dombeya de otoño (Dombeya tiliácea)























palmera azulada de Bismarck (Bismarckia nobilis)


En una de sus esquinas los miembros de nuestra asociación pudimos contemplar el adorno que producen allí un grupo de aves del paraíso gigantes ( Strelitzia nicolai) y la orquesta de colores de un conjunto de chorisias (Ceiba speciosa), de singular belleza, que llenan la otra esquina de la plaza de un concierto de tonalidades rosas desde casi mediados de verano hasta finales de otoño.

chorisias (Ceiba speciosa)

chorisias (Ceiba speciosa)

chorisias (Ceiba speciosa)

aves del paraíso gigantes ( Strelitzia nicolai)

aves del paraíso gigantes ( Strelitzia nicolai)

Monumento en honor de Juan Manuel Durán González, teniente de la expedición del Plus Ultra




 









En el otro lado de la plazoleta y frente al original patio de los naranjos de la Iglesia de la Santísima Trinidad, de 1569 y estilo barroco, encontramos un esbelto limpiatubos o escobillón ( Callistemon citrinus) y un ejemplar de Brachichito rosa ( Brachychiton discolor), especie prácticamente inexistente en nuestra ciudad y que fue donado y plantado por nuestra asociación junto con nuestros amigos sevillanos de Jardines de la Oliva, hace unos cuatro años, y de cuyo vivero procedía este ejemplar.

 


Patio de entrada a la iglesia de la Santisima Trinidad















limpiatubos  ( Callistemon citrinus)

limpiatubos ( Callistemon citrinus)

Brachichito rosa ( Brachychiton discolor)

Acabamos este relato bodeguero y arbolero de El Ejido jerezano en la calle Cazón, en el corazón mismo del barrio de la Plazuela y entre sus dos calles más singulares, las del “Sol” y “Empedrada”. En el número 11 de esa calle, existió una bodega que no siendo la más grande de cuantas se edificaron por esta zona, era la más bella, la más íntima y la que producía los mejores finos de cuantos se criaban en Jerez.

 

Era una “bodeguita” de apenas mil botas y semi-subterránea, que soportaba encima , sobre su cubierta una casa de vecinos en cuyo piso más alto vivió el mítico cantaor D. Antonio Chacón, el rey de las “malagueñas”, las “granaínas” y los cantes de Levante.

 

Originariamente esta bodega fueron las caballerizas del Palacio de Villapanés ( barroco-neoclásico, siglo XVIII). Sus suelos bajos, el aislamiento térmico de su cubierta y los grandes arcos entrelazados de medio punto, aireaban y refrescaban el espacio y lo hacían perfecto para la crianza biológica del vino fino, (tan buenos que ríanse ustedes de las afamadas bodegas sanluqueñas de manzanilla ).

 

(El propietario de esta romántica bodega durante la segunda mitad del s.XX, era el padre del autor  de este relato. Amante hasta la obsesión del vino de Jerez y fervoroso jardinero, cuidaba a sus solerajes con mayor esmero, si cabe, que a sus propios hijos(?), y regaba el jardín del patio trasero, que colindaba con la calle Mariñíguez, con el mismo cariño que lo hacía con sus vinos.

 

Mis hermanos y yo correteábamos de niños por ese patio bajo sus moreras de hojas aserradas,  oliamos los chorros de aromas que expulsaban las botas de crianza de vinos finos y de los amontillados que criaba mi padre y que salían a borbotones por los portones directos hacia nuestros corazones. Oíamos las voces y los cantes roncos de los gitanos que habitaban la casa de encima y el murmullo de una vieja fuente de mármol que salpicaba una agua copiosa pero que nos sonaba amorosamente y a la misma gloria en cada tarde de primavera).

 

Todo esto y mucho más, ocurrió y todavía perdura en las estrechas calles y plazoletas de nuestro Ejido Jerezano. Un espacio de historias, de recuerdos y de buenos vinos y árboles.          

 

 Juan Luis Vega

 

 

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