El pasado 7 de Marzo, el DIARIO DE JEREZ en su edición digital, publicó dentro de la sección EL ARBOL DEL MES el articulo dedicado a las palmeras Whashingtonias que reproducimos más abajo.
Esperamos que su lectura sea del agrado de nuestros visitantes.
ÁRBOL DE MARZO
En la época de los años 80-90 del pasado siglo, durante la última gran expansión urbanística de la ciudad, gobernó un buen equipo municipal al que le dio por plantar millares de ejemplares de palmeras de todos las especies por todo Jerez, sobre todo las de los tipos datileras (Foenix dactylifera) y las de abanico ( Whashingtonia robusta y filifera). Se sembraron a miles y se poblaron avenidas, parques, ensanches y rotondas, tantas que parecía que nos las regalaban o que se quería superar en número a la ciudad de Elche, que seguramente se consiguió. Jocosamente a alguien simpático se le ocurrió denominar a nuestro pueblo como “Jerez de las Palmeras” en lugar “de la Frontera”.
Las palmeras no dan mucha sombra, pero embellecen y dan categoría a nuestra ciudad. Tan solo se necesita dar un alegre paseo por la Avenida y hasta la glorieta de Tío Pepe para contarlas a cientos. Destacan, por su belleza y gran altura, las que decoran la Alameda Cristina, pero las más valiosas de la ciudad son las dos que se conservan en la Alameda Vieja y que fueron trasplantadas allí desde la plaza Arenal, cuando se construyó su aparcamiento subterráneo. Ambas superan los 25 metros de altura y sobrepasan con creces la Torres del Homenaje y el Palacio de Villavicencio. Pese a sus bárbaras cotas de altitud y a sus troncos aparentemente muy finos, estas palmeras resisten los grandes temporales y a los vientos de levante, aunque conserven sus características hojas secas, sus curiosas barbas, que es realmente su estado natural. De esa entereza deriva su apellido de robusta, que significa fuerte, vigorosa y firme. El científico y botánico Philip B. Tomlinson (1990) comparó la fortaleza de sus troncos con postes de hormigón reforzado, nada más ni nada menos.